Imagina que te envían a un lugar muy alejado de tu espacio habitual. Un sitio desconocido para ti. Llegas con tu historia personal y familiar. Con tus aspiraciones, costumbres y manías. Con tus ideas sobre el mundo y sobre el futuro.
Llegas bastante escéptico. Incómodo. Todos son choques. Olores, sabores, sonidos Todo resulta extraño. Y de cada choque, sale una comparación con todo aquello que tenías allí donde comenzó tu vida. En realidad llegas con el peso del orgullo. Todo lo vivido parece mejor. Tú eres mejor que este nuevo lugar. Mejor que estas nuevas personas. «Date prisa, haz lo que he venido a hacer y así podrás volver antes a casa».
¿Te lo has imaginado? Pues ahora podrás entender la actitud con la que nuestro personaje llega al lugar más alejado y extraño que jamás había pisado. Suetonio, es quien lleva las riendas de El retrato secreto de Jesús de Nazaret. Un magistrado romano acomodado cuyas actividades diarias seguramente se repartían entre pasear, acudir a grandes banquetes, conversar con amigos y parientes y escribir. Una comodidad de vida en pago por ser gran amigo, confidente y cortesano de Tiberio, el Emperador.
En esas estaba Suetonio cuando recibe una importante misión imperial: viajar a Palestina en la otra punta del Imperio- para investigar la inestabilidad de la zona. Y para allá que va el tribuno romano, pensando que todo se debía a las revueltas de los nacionalistas zelotes y a la insuficiente gestión política del prefecto Poncio Pilato. Nada pudo evitar que el orgulloso magistrado se topara en sus investigaciones con alguien que lo iba a cambiar todo.
La Palestina que nos recrea Pedro Miguel Lamet en su novela, es la tierra donde meses antes predicaba Jesús de Nazaret. Predicaba, en pasado. Tras su muerte, ahora lo hacen otros en su nombre. Hombres y mujeres de todas partes y condición que hablan de un reino nuevo y eterno. De una nueva relación con Dios, de un amor fraterno, de una vida humilde y entregada a los demás. Este mensaje sí que puede hacer peligrar muchos intereses
La investigación de Suetonio es eficaz y pronto da con muchos seguidores, amigos y familiares de este Jesús: Zaqueo, Pedro, María de Magdala, Andrés, Lázaro, María la madre de Jesús Cada personaje traído por Lamet, nos ofrece un enfoque diferente de la vida del Jesús histórico. Su intrahistoria recreada pero escrupulosamente respetuosa con los evangelios. Cada uno lo hace desde su experiencia personal. Con delicadeza, los recuerdos, palabras y transformaciones interiores se entretejen en los informes confidenciales para el emperador Tiberio, hasta reconstruir el retrato más secreto de un Jesús al que Suetonio nunca llegó a conocer.
Y entre interrogatorios, confesiones y conversaciones, Suetonio siente que aquél retrato le mira profundamente. En su corazón algo empieza a cambiar para siempre. Aquél sitio y aquellas gentes se vuelven más cercanas. Lo extraño se vuelve propio.
El retrato secreto de Jesús de Nazaret es más que una gran novela. Es una oportunidad de vida para personajes reales que parecían dormidos, y otros ficticios que esperaban abrir nuevas ventanas a la imaginación. Es también un viaje en el tiempo y por espacios pasados. Y es sobre todo, es una forma de encuentro sin haber visto. Un retrato de Jesús, pero también de la fe que transmite a quienes se encuentran con él.