Si hay un momento en el que los hijos se hacen más presentes en casa, es sin duda en las vacaciones de verano. Y si ya están en esa etapa en que ya no son ni niños ni mayores, la convivencia puede ser complicadilla.
Chillidos, carreras, portazos, malas contestaciones Quien tiene adolescentes en casa, sabe de lo que estamos hablando. Y hacemos lo que podemos con ellos. Según crecen, empezamos a soltarlos. Les dejamos que sean los protagonistas de su vida. Así que ese cuidado por su bienestar físico va dejando de ser nuestra responsabilidad.
Pero, como nos dice María Carolina Sánchez Silva en Árboles a la intemperie, puede ocurrir que sin ser muy conscientes, estemos actuando con estos jóvenes como si todavía fueran niños pequeños. Y más cuando más tiempo nos toca convivir juntos. En realidad muchas veces queremos seguir ocupándonos de cuestiones de las que ellos ya se pueden ocupar por sí mismos.
Y este verano ¿qué hacemos? ¿Les controlamos? ¿Les imponemos lo que pensamos? ¿Les chantajeamos? En esta carta, María Carolina Sánchez Silva nos deja unas palabras de ánimo y de orientación para repensar la paternidad al llegar a ese punto crítico en el que nuestros hijos dejan de ser pequeños sin llegar aún a ser adultos.