Ellos se acercaron y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar». La verdad es que les sorprendía esa comunicación tan especial entre aquél hombre y Dios. Entre el hijo y su padre. Era algo muy distinto a lo que sabían que era rezar. Es como cuando un niño ve a su amigo jugar a algo sorprendente y novedoso y le dice: «Oye, ¿cómo se hace?». Y Jesús, como buen amigo, les enseñó la que seguramente sería la oración más perfecta de sus vidas: el Padrenuestro. Y aun así, los discípulos años después, seguían preguntándose qué significaba orar.
¿Orar para qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Esas son algunas preguntas que cualquier creyente termina haciéndose cuando desea abrirse o buscar a Dios en su interior. En todas las ocasiones, por todas las razones es un fantástico libro de James Martin, pensado para quienes quieren tener una vida normal y corriente, sin renunciar a comunicarse sinceramente con Dios. Un libro breve y muy ameno. Se puede leer de una tacada en una tarde. ¿Lo mejor? Exprimir todo su enorme jugo espiritual con el ritmo de los pequeños pasos. Se trata de caminar por un terreno que puede resultar complicado. Y sin un buen mapa y con prisas puedes perderte y perder la ilusión.
James Martin comienza situándonos en el centro del terreno. La «zona cero» del impacto de Dios en nuestras vidas. Es lo más cercano en nuestra memoria. Ahí encontramos las distintas formas de orar que ofrece la tradición cristiana. Las que nos enseñaron en casa, la parroquia o el colegio. El Padrenuestro, el Avemaría, el Rosario, la Eucaristía, o el Examen de Conciencia, son parte del tesoro oracional del Cristianismo. Como las balizas de los caminos forestales. Tienen muchos años, pero siempre son reconocibles llueva, nieve o pegue un sol de justicia. Si las ves, te orientas. Puedes seguir a tu destino.
La siguiente «región» en este mapa nos lleva a la extraña combinación de tiempos, espacios y acciones que hacen que necesites hablar y escuchar a Dios. A diferencia de nosotros con él, Dios siempre está conectado a nuestras vidas. No nos deja por un rato para volver cuando nosotros le llamamos. Es que siempre está ahí, en conexión; acompañándonos. Por eso siempre se encuentran razones para orar: para pedir algo o por alguien, para dar las gracias, para mostrar tu enfado o tu inmensa alegría También para conocer cómo construyes esa relación interior. ¡Incluso para descubrir tus meteduras de pata!
Toda ocasión es buena para orar. Pero como creyentes, formamos parte de una comunidad unida en la fe, que comparte unos tiempos y celebraciones que no solo nos marcan los ritmos y calendarios, sino que nos unen como hermanos en una oración mayor. Oramos individualmente como cristianos, pero también como cristiandad. Es el momento de descubrir la impresionante región de los tiempos y celebraciones religiosas incluso en nuestra casa-. Detrás de ellos se esconde un motor de oración que puede ser determinante en nuestras vidas.
El perfecto mapa para descubrir una forma de orar diferente para cada momento o situación. ¡Durante todo un año!