La Palabra como luz, antorcha y lámpara que guía los pasos día a día. Tiempo a tiempo. El jesuita Julio Colomer Casanova, bien lo sabe. Lo ha experimentado por dentro y desde ahí ha escrito con todo entusiasmo y toda ilusión los comentarios que acompañan el Evangelio Diario de la Compañía de Jesús del próximo año 2020. La Palabra ha guiado sus pasos, que reconoce que son movedizos, unas veces, por vacilantes; otras, por cansinos o extraviados; con frecuencia, porque se han hincado en la tierra sin ganas de proseguir; pero la Palabra, siempre adecuada a los momentos y circunstancias por lo que atravesábamos, con su tozuda solicitud, su consejo, su sorprendente cariño, su suave reproche o su constante aliento, los han vuelto a enderezar. Siempre ha resultado novedosa y como dice el profeta Isaías nunca ha vuelto de vació (Is 55,10-11).
Y así con esta experiencia viva y agradecida, el Evangelio Diario apunta a 2020. Desde diversas comunidades religiosas, educativas y de oración, especialmente comunidades ignacianas, solicitan al Grupo de Comunicación Loyola la personalización de su cubierta: logotipos, nombres de instituciones y lugares comunes hacen posible para compartir la Palabra. Todo va conectado, Julio Colomer los escribía para ser leídos en contexto de Iglesia, para crear comunidad creyente, es decir, Iglesia. Porque es en la Iglesia y especialmente en la Eucaristía-, donde compartimos el Pan y la Palabra y donde aprendemos, a continuación, a compartir los panes y las palabras en la calle. Tendrían que ser leídas como preparación próxima o remota- o prolongación de la Eucaristía.
Ahora Julio Colomer se ha convertido en el servidor de la Palabra. Portador de buena Noticia, haciendo un trabajo de día a día, sumergido en el Ciclo litúrgico A y B y descubriendo de nuevo las lecturas que siempre le impactan: La escena del encuentro de Jesús con l mujer adúltera; las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano. Y sobre todo, como así recomienda el teólogo evangélico del siglo XX, Karl Barth, haciendo oración con la Biblia en una mano y en la otra, el periódico. Dios habla a través de la Escrituras y los Sacramentos y también a través de los acontecimientos y de la Historia: desde ellos nos interpela.