Migrantes. Desplazados. Refugiados. Hombres y mujeres que encuentran en la huida la única manera de sobrevivir al hambre y a la guerra se convierten en protagonistas diarios en los medios de comunicación. También sus vidas son el punto de partida de algunas propuestas editoriales del Grupo de Comunicación Loyola. Frente a esa máquina deshumanizadora de la migración irregular, la editorial es voz crítica, reflexiva e interpelante dirigida a la rica Europa. Y a la vez, mira al Evangelio y extrae del testimonio humano su naturaleza ética y política. Son voces frágiles y atemorizadas y voces que asumen el compromiso de la construcción de la justicia en lugares olvidados, en las periferias geográficas y existenciales donde camina fatigosamente gran parte de la humanidad.
Europa, entre el miedo y la hospitalidad, de Francisco Pleite, juez de profesión, presentó la pasada primavera en Sal Terrae un profundo análisis desafiante sobre este drama. Este mes de septiembre, la colección del sello Mensajero suma un nuevo título, Una vida en riesgo, basado en el testimonio vivo de quienes padecen la huida y de quienes viven entregados a acompañar y apoyar en el tránsito. Dos autores y dos visiones. Por una parte la vocación y compromiso de Alejandro Solalinde, sacerdote que ha construido un albergue, Hermanos en el Camino, en Ixtepec, ciudad mexicana por donde esta humanidad cruza a lomos del tren `la bestia’ desde Guatemala, Honduras y El Salvador hacia Estados Unidos. Allí encuentran acogida, protección, escucha y reconocimiento. Por otra, la voz de la periodista Lucia Capuzzi, quien retrata el dolor humano a través de la noticias y de auténticos testimonios. Una voz da paso a la otra, una pizca de esperanza en medio de una desgarradora realidad.
En octubre verá la luz el libro de Maria Dolors Oller Sala, Tejiendo vínculos para construir la casa común. Una mirada, desde la fe cristiana, a la crisis migratoria y de los refugiados. La profesora de ESADE se pregunta en sus páginas por la situación de los desplazados (migrantes económicos o refugiados) que vivimos hoy. Analiza sus causas y pasa luego a contemplar la situación desde la fe en Jesús, el Cristo, que ilumina lo que estamos viviendo. Finalmente traza un posible camino sobre el que transitar hacia la fraternidad vivida en una Casa Común, nuestro mundo.
«Encerrados con dos vueltas de llave en nuestras islas blindadas, vivimos paralizados por el terror. O nos hacemos aún la ilusión de que vivimos. Con todo, no es demasiado tarde. Podemos y debemos tener el coraje de arriesgar un poco de nuestro bienestar ,y ¿por qué no? también nuestra vida para seguir siendo humanos. Ya no más nosotros o vosotros, sino nosotros y vosotros, el otro y yo. Juntos. O nos salvamos todos o todos seremos arrastrados. Se trata de una apuesta fuerte. Pero cada vez estoy más convencido de que vale la pena».
Alejandro Solalinde