Autor de estilo ágil, poético y audaz, Benjamín González Buelta SJ expresa con palabras de bendición y de abrazo lo que el evangelio mueve en su corazón día a día. La lectura dominical de este año pertenece principalmente al evangelio de Marcos. El jesuita lo contempla y lo transforma en nuevas palabras inspiradoras. Mensajero, bajo la coordinación de Armando J. Lovera, las recoge en el Evangelio diario 2018 y el Evangelio diario 2018 en la Compañía de Jesús, para que el Mensaje y las reflexiones de Buelta abran a la paz y a la esperanza a cada uno, sin exclusión. A veces se resisten las palabras, reconoce. Lo importante es el texto mismo del evangelio. Ante la invasión de ofertas exotéricas y rituales mágicos, para responder al vacío espiritual que vivimos hoy, me siento animado a presentar a Jesús como la persona que le da sentido a nuestras vidas.
Su palabra emerge en esta era del vacío para conocer, amar y seguir a Jesús de Nazaret. Es inagotable proclama- cuando nos acercamos a su vida desde situaciones personales o sociales nuevas, siempre encontramos respuestas y preguntas nuevas. Los textos del Evangelio están vivos. Una convicción opuesta a la cultura actual de cambios constantes, profundos y vertiginosos: No podemos responder a la vida con comentarios disecados ni con olor a archivo. Los cristianos tenemos que volver a Jesús, para encontrar luces nuevas y creíbles. En nuestro tiempo la gente no busca textos, sino testigos.
Y en Jesús busca el rostro de Dios. Si queremos saber cómo es Dios, lo contemplamos en Jesús. Si queremos conocer qué es ser verdaderamente humano, también lo vemos en él. Recupera de la historia personas que han sido muy fieles a los desafíos concretos de su pueblo, y se han convertido en puntos de referencia para todos los pueblos, como Gandhi o Nelson Mandela. Su auténtica inquietud surge ante la exhibición de muchos astros mediáticos en el firmamento digital conocidos por todos, productos de un marketing muy bien elaborado y tan efímeros como su maquillaje. Siento en Jesús la máxima calidad de un ser humano ofrecido a toda persona, creyente o en búsqueda de humanidad.