Abre la ventana al mundo. Al mundo más lejano y al más próximo. A tu mundo.
Mucho de lo que ocurre a tu alrededor y a miles de kilómetros de distancia, en tu propia casa, en las de tus vecinos, en tu barrio…, o en las alambradas de Europa, en la desolada ciudad de Mosul o en los despachos de grandes instituciones, apuntan claramente hacia la ruptura y la fragmentación como respuestas a la globalización y la digitalización.
Y si miras bien, en aquellos espacios donde ya no esperarías encontrar un atisbo de bien común empiezan a surgir pequeños brotes de esperanza levantados sobre la fuerza del mensaje de Jesús. Un hombre, una mujer o unos niños que se ofrecen a ayudar a quienes nada tienen. Que donan dinero, conocimientos, vida o incluso risas. Que sacrifican su tiempo, por dar más tiempo a los demás. Gentes que a pesar de los sufrimientos se sientan a dialogar, integrar y a reconciliar.
Esta cultura del encuentro evidentemente no es nueva, pero si ha encontrado un nuevo liderazgo en el papa Francisco. Un líder que sin buscarlo, aparece como alternativo al de aquellos a quienes les entusiasman los muros físicos y mentales; y que en Europa aunque no solo en ella-, conquista peligrosamente posiciones de poder, convirtiéndose en síntoma de falta de salud moral y espiritual de sociedades cada vez más desnortadas.
A esta cultura del encuentro que Francisco describió en el documento Evangelii gaudium, nos quiere acercar el rector de la Universidad Pontificia Comillas, Julio L. Martínez con su libro La cultura del encuentro. Un modelo pensado para levantar un pueblo global donde las diferencias quedan armonizadas en un proyecto común bajo unos principios básicos de respeto: «el tiempo es superior al espacio», «la unidad prevalece sobre el conflicto», «la realidad es más importante que la idea» y «el todo es superior a la parte».
Cada individuo, como reza la oración franciscana, se convierte en instrumento de la paz. En esta cultura, por cada elemento que responde con violencia y ruptura, cada persona antepone el valor de la unión, del amor y el bien común. Nada nuevo -es el propio mensaje de Cristo, con 2.000 años de vida-, y sin embargo, suena más fresco que nunca. Necesitamos cada día más este mensaje de amor para sobrevivir.
Y ahora, que ya has echado una ojeada al mundo, a tu mundo…, cierra tu pequeña ventana y sal a la calle. Y entre que te arreglas y sales a la calle, piensa: ¿estás dispuesta/o a levantar esa cultura del encuentro?
Porque ya has visto que la clave de nuestra supervivencia está en el Encuentro: encuentro con los demás, y por qué no, de todos nosotros con el propio Dios.