¿Qué me importan la enfermedad, la vejez ni la muerte,
si Tú eres la juventud eterna
y tu alegría es la fuente de cuantos se alegran en ti?
¡Solo por ti me renuevo en la esperanza
de seguir siendo hombre entre los hombres,
hermano entre los hermanos,
libre con la libertad de cuantos
entregaron su libertad a ti!(Salmo 92)
El sueño cumplido de Antonio López Baeza ve la luz ocho meses después de su muerte (Archena 10 de enero de 2019). El poeta y sacerdote anheló la integración de sus dos libros sobre salmos en un solo volumen que hoy lleva por título Gritos de dolor y de alegría. Orar desde el misterio de la vida, publicado por el Grupo de Comunicación Loyola. El sello Sal Terrae reúne 123 poemas escritos en los años 80 bajo este título, para mostrar la unidad interna que los conecta. Poemas para la utopía, Sal Terrae 1983, y Canciones del hombre nuevo, Sal Terrae 1987, son poemarios inspirados en los salmos bíblicos. Logran salvar la distancia que los separa del salmista haciendo hoy lo que el salmista hizo ayer: expresar el sentir de la comunidad orante ante las vicisitudes de la vida y desde la fe en Dios. El profesor de Teología en el Instituto Teológico de Murcia y director de la revista Carthaginensia, Bernardo Pérez Andreo, le acompañó en esta edición que finalizó 5 días antes de su muerte.
El doctor en Filosofía y profesor emérito de la Universidad Pontificia Comillas de Salamanca, Juan Martín Velasco, desgrana en el prólogo el sentido y la hermosura de las colecciones integradas en este volumen. Bajo el título de Poemas para la utopía, Antonio López Baeza publica una muestra del espléndido resultado que puede producir el contacto con los salmos en una persona artísticamente dotada y que se acerca a ellos con el alma despierta y la conciencia sintonizada con su contenido. La segunda colección manifiesta el testimonio vivo de la fe cristiana, a tenor de las palabras de Pérez Andreo. De cualquier forma, esta obra de Antonio López se distingue por su fidelidad a los grandes temas de la poesía bíblica y por su sensibilidad a las necesidades profundas de nuestra generación. Por su honda fe en Dios «solo Dios basta» y su confianza en el hombre. Tienen un acento personal inconfundible, pero en la fuente de su canto se adivina el mismo Espíritu que inspiró la composición de los salmos.
Levántate, Señor, tú que para mejor servirnos
te hundiste en lo más hondo del dolor solidario.
Dios se prepara un pueblo de pobres
que nos enseñen de nuevo la alegría de compartir
y la libertad de esperarlo todo del amor.