Me siento, hoy más que nunca, en las manos del Señor. Toda mi vida, desde mi juventud, he deseado estar en las manos del Señor. Y todavía hoy es lo único que deseo. Pero ciertamente hoy hay una gran diferencia: hoy es el Señor mismo el que tiene toda la iniciativa. Os aseguro que saberme y sentirme totalmente en sus manos es una experiencia muy profunda».
Estas palabras las dedicó Pedro Arrupe el 3 de octubre de 1983 a los jesuitas asistentes a la Congregación General 33 para expresar su renuncia después de 18 años como general de la Compañía de Jesús. De este modo supo reflejar al Cristo que habitaba dentro, que lo colmó de una humanidad profunda hasta su último día, el 5 de febrero de 1991. Se cumplen 30 años de otra vida de Arrupe, inspiradora para quienes vivieron a su alrededor y gozaron de su cercanía transparente, de su belleza y de su libertad interior. E iluminadora para quienes hoy recogen este legado universal que será elevado a los altares tras el intenso proceso de beatificación abierto en febrero de 2019. Así, de generación en generación, la historia y la iglesia venerarán al santo que logró la renovación de la Compañía de Jesús después del Vaticano II poniendo la espiritualidad ignaciana al servicio de una fe fortalecida y de una justicia aterrizada. Un carisma reflejado en libros, cartas, en cientos de testimonios y en sus reflexiones y que hoy llega al corazón.
El protagonismo de Pedro Arrupe está presente en muchos títulos de Sal Terrae y de Mensajero. Los dos sellos del Grupo de Comunicación Loyola atesoran gran parte de esa memoria escrita vigente hoy. El historiador italiano Gianni La Bella relata en su libro Los jesuitas. Del Vaticano II al papa Francisco, publicado recientemente por el sello Mensajero, la historia reciente de la Compañía en la que Arrupe es el auténtico motor espiritual y ejecutor de la transformación a la que estaba llamada la orden ignaciana. Admirador del padre general, La Bella también escribió para Mensajero Pedro Arrupe, general de la Compañía. Nuevas aportaciones a su biografía. Su figura también ocupa una parte importante del libro del recientemente fallecido Urbano Valero SJ, Pablo VI y los jesuitas. En el recorrido de la relación del papa con su orden predilecta, se desgrana esa relación y las responsabilidades encomendadas por el Pontífice: «en este tiempo calamitoso [os confío] una tarea de gran importancia: unir fuerzas para resistir con vigor al ateísmo, [un] terrible peligro que amenaza a toda la humanidad».
Arrupe también ha sido reflejado desde su sonrisa y desde su mirada. Gestos que retratan el alma y que han sido recatados por el jesuita Ángel Antonio Pérez en sus libros La sonrisa de Arrupe y La mirada de Arrupe, mostrando su rostro vivo y entregado al amor de Dios.
José Antonio García sj ha publicado el que refleja la autenticidad de la vocación religiosa de Arrupe: Pasión por Cristo, pasión por la humanidad de Mensajero, un compendio de 14 intervenciones suyas sobre la vida religiosa. El fondo de ambos sellos lo conforman libros suyos que mantienen encendida la llama de su experiencia vital: Yo viví la bomba atómica, el legado más difundido desde estas editoriales; Memorias del P Arrupe. Este Japón increíble; y Aquí me tienes, señor. Apuntes de sus ejercicios espirituales (1965). Suman al catálogo documentos que rebosan de la espiritualidad ignaciana que redescubrió, como el recientemente publicado en la colección Manresa: Pedro Arrupe, carisma ignaciano, de Darío Mollá sj o Orar con el Padre Arrupe de José Antonio García. Sus cartas iluminadoras y proféticas y documentos dedicados a sus hermanos jesuitas como son La identidad del jesuita en nuestros tiempos (Sal Terrae), una presentación de Miguel Mendizábal de textos de Arrupe, y La iglesia hoy y del futuro (con el prólogo del cardenal Tarancón).
La figura de Arrupe se impuso por su santidad activa, comprometida con los pobres y al servicio de la fe y de la justicia. Y diversos autores han querido inmortalizarla escribiendo su biografía y la semblanza de su sonrisa cautivadora y su presencia transparente: Pedro Miguel Lamet con Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del XXI o Martin Maier con Testigo y profeta.
Cada libro trata de contener la esencia de Arrupe: su entrega radical al amor de Dios.
«Es el secreto del maravilloso amor trinitario, que irrumpe cuando quiere en la vida de cada uno de una manera inesperada, inexpresable, irracional, irresistible, pero a la vez maravillosa y decisiva».