El nuevo libro de James Martin, La abadía, que publica el sello Mensajero en noviembre, es también una nueva experiencia para este autor jesuita norteamericano. Se trata de su primera novela. El mismo Martin recuerda en el prólogo cómo fue ese «despertar» a la creación de una narrativa de ficción: un sueño le presentó a los tres personajes protagonistas y una bella historia que quiso aprovechar.
En su sueño aparecía una pelota de béisbol que atravesaba, rompiéndola, la ventana de una casa y este incidente puso en contacto al propietario con su vecina, que había perdido a su hijo en un accidente. El hombre llevaba a la mujer a un monasterio, donde ella conocía a un abad sabio. En el curso de sus conversaciones con el monje, la mujer lograba descubrir la obra de Dios en su vida, aun en medio del sufrimiento. Y a sí, el azar los une y cada uno contribuye con su historia de sanación y de esperanza para dar el testimonio de Dios.
¿Qué aporta cada uno de estos tres personajes, Anne, Mark y Paul, para descubrir la presencia de Dios?
Cada uno de ellos da algo a los demás para ayudarles a descubrir la presencia de Dios en sus vidas. Anne, creo, les da a los demás el regalo de su honestidad y de su sufrimiento. Ella se abre a ambos y no tiene miedo de compartir sus luchas con su fe. Mark, el jardinero de la abadía, es menos abiertamente religioso que Anne o que el abad Paul, pero le proporciona a ella un corazón abierto y lo que se podría decir bondad «secular», que le ayuda en su recuperación. También es una presencia amistosa en el monasterio. Y el abad Paul les da a ambos dirección espiritual y su propia invitación a ver a Dios en todas las cosas, aun en tiempos de lucha y duda.
En su novela, ¿cuánto hay de real y cuánto de sueño?
Una de las cosas más sorprendentes de escribir esta novela, que es la primera, fue que gran parte de ella me llegó en un sueño: la historia general, el escenario, incluso los nombres de los personajes y el nombre del monasterio. Fue realmente extraordinario. Durante mucho tiempo, solía preguntarme: ¿Cómo obtienen los novelistas sus ideas? ¡Al menos en este caso estaba claro! El resto llegó cuando empecé a escribir la historia. Conocía la trama y el final, y fue divertido crear el resto. Me divertí mucho escribiéndolo y conociendo a los personajes. Al final, me cautivaron.
¿Por qué esta novela puede hacer que el lector la disfrute?
La abadía está dirigida especialmente a los lectores que buscan a Dios en sus vidas. Anne es una mujer divorciada que ha sufrido una profunda tragedia en su vida y está en peligro de perder la fe. A través de sus conversaciones con Mark, y especialmente con el abad Paul, ella comienza a notar más y más la actividad de Dios en su vida. Mucho de esto se basó en conversaciones de la vida real que he tenido con la gente, así que creo que parecerá muy «real» para los lectores.
¿A cuántos idiomas se ha traducido y a cuántos se va a traducir?
Hasta ahora La abadía ha sido traducida al polaco, lituano y eslovaco. Y el número de traducciones futuras depende del número de editores extranjeros interesados. Pero para mí es una historia universal de búsqueda que puede «traducirse» en cualquier cultura o país. La búsqueda de Dios es universal.
Dos géneros literarios tan distintos, el ensayo y la novela, le sirven al autor James Martin a transmitir un mensaje de fe y mostrar los caminos para llegar hasta Dios. ¿Qué le permite la novela que no le permite el ensayo y viceversa, qué le permite el ensayo que no le permite la novela?
El ensayo es, por supuesto, más directo. Simplemente dices lo que quieres decir. La novela, al menos en mi opinión, es más indirecta. Y sin embargo, creo que aprendemos mejor de las historias, no de los argumentos. Un ensayo, incluso bien argumentado, no es tan efectivo como una historia, que puede abrir la mente más fácilmente. Esta es una de las razones por las que Jesús enseñó a través de historias, es decir, en parábolas. Cuando se le pregunta, por ejemplo, ¿cómo es el reino de Dios?, no responde con una definición precisa, sino que cuenta una historia sencilla, de una semilla que crece lentamente. Cuando se le pregunta: ¿Quién es mi prójimo?, no ofrece diez requisitos para ser prójimo, sino que cuenta la historia del Buen Samaritano. Creo que aprendemos mejor de las historias. Así que espero que la gente pueda aprender de Dios a través de la historia de Anne, Mark y el abad Paul.