Postrado por la herida de Pamplona nace el Ignacio de Loyola escritor. Durante su convalecencia, comenzó a escribir aquellas primeras palabras que 25 años después configurarían un texto hermoso y con alma: los Ejercicios Espirituales. En la torre de Azpeitia, tomaba notas de su puño y letra de lo inexplicable, de su experiencia interior en conversión: primeros sentimientos y movimientos internos. Las mociones. Aquello tan personal e íntimo se convertiría en 1536 en el borrador definitivo de una guía universal para buscar y hallar a Dios. Eran para él “todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mesmo como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos”.
La primera edición de los Ejercicios Espirituales vio la luz en Roma en 1548. Una larga y meditada experiencia vivida y compartida para ser también vivida con la ayuda de un director. Más que un libro se trataba de una propuesta para llevar a la práctica y cumplir cuatro objetivos principales. El primero “para vencerse a sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea”. El segundo, de carácter cristológico, para lograr el “conocimiento interno de Jesucristo que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga”. La tercera, mostrada como un método singular e inédito, para hacer una “sana y buena elección”. Y una cuarta de carácter espiritual, para descubrir a Dios en toda circunstancia y acontecimiento y en ellos “amar y servir a su divina majestad”.
Los Ejercicios Espirituales son el legado de un hombre de acción, preocupado más por lograr la configuración de la vida: “El amor se debe poner más en las obras que en las palabras”. Así que el Ignacio autor escribió muchas cartas -se conservan 6.000- y legó los Ejercicios Espirituales, una Autobiografía, parte de su Diario y las Constituciones de la Compañía de Jesús.
Edición del manuscrito autógrafo de los Ejercicios Espirituales
El manuscrito original de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio no se conserva, si bien el Archivo Romano de la Compañía de Jesús – ARSI- custodia el manuscrito Autógrafo, del siglo XVI. Una copia escrita en la casa de los jesuitas de Roma por un amanuense y que es lo más próximo al escrito de puño y letra de Ignacio de Loyola ya que contiene 32 correcciones y enmiendas de su mano. A raíz de una laboriosa intervención de restauración de dicho manuscrito, financiada por la Fundación Gondra y Barandiarán, la fundación lidera el proyecto de una edición facsímil los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Edición del manuscrito autógrafo con la transcripción de José García de Castro SJ junto a las imágenes del texto manuscrito ya restaurado. En el universo editorial, una de las obras de mayor influencia en la historia de la espiritualidad cristina es precisamente la de los Ejercicios Espirituales.