«Hay fechas en que los acontecimientos se precipitan como si la historia tuviese prisa en hacer correr el tiempo», escribía Fernando García de Cortázar al comienzo del prólogo del libro La quina, el mate y el curare. Jesuitas naturalistas de la época colonial, de su compañero jesuita Ignacio Núñez de Castro SJ. (Mensajero, 2021). Nada le hizo presagiar que sus palabras hoy tendrían el mismo sentido para referirnos al 3 de julio, fecha en que se precipita su vida de forma inesperada a los 79 años de edad. Ese día, el tiempo pasó la última página de su propia historia pivotada por dos vocaciones, la fe defendida y vivida a ultranza, y la Historia, el pasado desenterrado y narrado de manera sabia y amena. Recibió el Premio Nacional de Historia por su obra Historia de España desde el arte (Planeta) y firmó 70 libros, uno de ellos, el súper ventas Breve Historia de España (Alianza, 1993), reflejo de su conocimiento y de su arte en la tarea de difusión del pasado certero para mirar al futuro. El adiós imprevisto ha llenado de artículos y necrológicas los medios de comunicación.
Mucho se ha escrito estos días de su figura. Y Fernando García de Cortázar mostraba su preocupación por el momento por el que según él atraviesa España, como todo Occidente, «un devastador periodo de banalidad, de despreocupación y pérdida de sustancia moral», decía en otro prólogo para el libro del Grupo de Comunicación Loyola: Falso testimonio. Desmontando siglos de historia anticatólica, de Rodney Stark (Sal Terrae, 2016). Y precisamente de la Historia y de los hombres y mujeres que la forjaron, desgranaba su reivindicación de libertad e igualdad, de perfeccionamiento de la sociedad y de la naturaleza interior del individuo. Bellas utopías creadas por Europa y que trataba de rescatar entre entre hitos cronológicos y relatos históricos: «Hubo un momento en que Occidente quiso matar a Dios, hace cien años», argumentaba. Y sus estudios históricos eran el lugar donde arrancar la reconquista, «desde la demanda de que todo el humanismo vertebrado con la tradición católica vuelva a ser esa referencia cultural que nos define, que nos ofrece la edad de una cultura y la madurez de una civilización». Para hablar de este libro ofreció una entrevista en Últimas Preguntas donde mostraba su inquietud por revelar, una vez más, la contribución de la Iglesia a la configuración de la sociedad actual.
Decía que la historia universal no se reduce a la biografía de los grandes hombres, aunque reconocía que hay personalidades que arrastran consigo épocas enteras, porque sus sueños individuales conforman el tejido de que está hecho la historia. Se puede decir que Fernando García de Cortázar es uno de ellos, fallecido con las botas puestas, en el mismo escenario de la Historia donde se convirtió en leyenda. A partir de hoy martes, 5 de julio, su cuerpo descansará en el cementerio de Loyola, el lugar donde comenzó la vida de su gran familia la Compañía de Jesús a la que sirvió como militante esclarecedor de la historia y apóstol de la fe que veneró.