Para el teólogo de la Universidad Pontificia Comillas Gabino Uríbarri SJ existe un gran reto: ofrecer una pastoral a los jóvenes que supere las enormes dificultades de fe y de espiritualidad líquida. Con su nuevo libro Jesucristo para los jóvenes. Claves pastorales para un mundo líquido, se propone desgranar esas claves. Para ello aborda tres frentes: la iglesia y su lenguaje; la dimensión cristológica y la liturgia. El libro ofrece esas claves de las que pueden servirse los agentes de pastoral juvenil para que Dios cale en sus corazones.
- El título de su libro, Jesucristo para jóvenes, suscita muchas preguntas: si hay un Jesucristo para cada edad y nos presenta el de los jóvenes; o si se trata de configurar el Jesucristo en el que pueden creer los jóvenes. En realidad, ¿a qué responde?
-Los jóvenes hoy en día forman una subcultura. Poseen una idiosincrasia particular. En ellos se dan dificultades específicas a la hora de acceder a la fe: la espiritualidad líquida, entre ellas. El libro intenta diagnosticar las más relevantes y buscar elementos de la fe cristiana para sugerir pistas desde donde se pueden afrontar esas dificultades específicas.
No hay un Jesucristo para cada edad, aunque en cada edad un aspecto suyo pueda ser más relevante.
- Anuncia, en la introducción del libro, que su propuesta va en sintonía con el sínodo dedicado a los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional y con una síntesis de dos de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús aprobadas por el papa Francisco en 2019. La primera comienza así: «Mostrar el camino hacia Dios». La tercera dice: «Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador». Un tema inquietante en la actualidad y que muestra una necesidad clara, no tanto las respuestas. ¿Qué ofrece este libro y a qué lector va dirigido?
-El libro va dirigido, en primer lugar, a todos aquellos que trabajan pastoralmente con jóvenes, en el nivel o el modo que sea: parroquias, colegios, universidades, movimientos, cofradías. Con alguna ayuda, también puede ser útil para los universitarios que participen en grupos de fe. Más allá, muchos creyentes pueden encontrar una ayuda y un refuerzo de su fe.
Lo que el libro pretende ofrecer son claves y pistas desde la fe cristiana para enfocar la pastoral juvenil en cuatro áreas fundamentales, interrelacionadas, relativas a los jóvenes líquidos. ¿Qué Iglesia? ¿Qué lenguaje de la fe? ¿Qué Cristo? ¿Qué liturgia? Se busca un equilibrio entre la verdad de la fe cristiana y el puente más transitable hacia los jóvenes y para los jóvenes de hoy en día, para ofrecerles la posibilidad de recorrer ese espacio juntos: de su modo de ser al encuentro con Jesucristo.
- La primera parte ofrece un perfil del joven hoy desde una perspectiva «amorosa», porque si no es desde ese respeto no se sabrá a quiénes va dirigida la pastoral. ¿Cree que esa falta de escucha ha provocado el desfase y desconexión entre jóvenes y pastoral y, por tanto, la desconexión de los jóvenes al mensaje?
–La escucha siempre es necesaria. En un tiempo de cambios tan rápidos como se dan hoy en día, de fragmentación cultural y de subculturas lo es todavía más. Es corriente hablar de sociedad post-cristiana y de secularización. Esta situación ha producido de hecho una enorme distancia afectiva e intelectual de modo casi estructural entre los jóvenes y la fe cristiana. Por eso, es necesario salir de nosotros mismos y contemplar amorosamente a los jóvenes. Estimo que es una condición previa a una posible transmisión de la fe.
- En el libro late la pregunta cómo ser Iglesia evangelizadora para estos jóvenes y con estos jóvenes? En realidad, una de las tantas preguntas que usted se hace en este libro y que sí propone respuestas. Desde su punto de vista, ¿cuál es la respuesta clave? ¿Su libro es un punto de partida del que nacerán nuevas respuestas?
-Lo principal es ayudar a los jóvenes a que ellos mismos tengan un encuentro en profundidad con Jesucristo. Ahí está la clave. Por eso se la Iglesia ha de poner los medios para ese encuentro por encima de todo: de exigencias doctrinales o morales. Eso vendrá después, con el tiempo y la maduración. En concreto: la Iglesia, el lenguaje, la liturgia, el aspecto que se privilegie de la fe cristológica ha de caminar en la dirección de facilitar el encuentro con un Cristo verdadero, no recortado. Más técnicamente, la Iglesia ha de ofrecer una mistagogía: una guía para el encuentro con el Misterio de Cristo.
-No se ofrecen «platos precocinados». El libro pretende dar criterios y claves asentadas en la fe cristiana, para que luego se adapten creativamente a cada situación particular, según los tiempos, las personas y las posibilidades. Es ese sentido, estaría muy contento si desde aquí se fecundaran muchas respuestas.