El método para acompañar en la decisión de la vocación religiosa: «Discernir la llamada»
31 Mar , 2022 | Destacados, Noticias
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Los formadores en la vocación de vida consagrada de los seminarios, de los noviciados y de las casas de formación, tienen un nuevo aliado: el manual de Luis María García Dominguez SJ
Discernir la llamada. La valoración vocacional. Se trata de un libro fruto de una larga experiencia en el acompañamiento y en la toma de muchas decisiones vocacionales. Con todo lo aprendido, el autor ordena para iluminar en este complejo y crucial proceso en la vida con vocación “eclesial” de ayudar a otros en esa formación de líderes que son los sacerdotes, los religiosos y las religiosas.
El lector que quiere discernir su vocación puede encontrar en este material criterios eclesiales (en el capítulo 1, sobre todo), un recorrido existencial por los puntos que habría que examinar (en el capítulo 3) y la síntesis de una vocación adecuada o problemática (en el capítulo 4). Otras páginas, por supuesto, le puede orientar. Pero, sinceramente, este libro está pensado más como un instrumento práctico para aplicar por quienes tratan con personas que quieren discernir su vocación, de un modo más intuitivo e inicial, o de una manera más sistemática. A ellos sí les puede ofrecer bastantes pistas de trabajo práctico.
La experiencia demuestra la infinita variedad de situaciones y de personas que se sumergen en el discernimiento de lo que Dios les está pidiendo en su vida, pero siempre con un punto común: «honradez, deseo de hacer verdad en sus vida y búsqueda», aclara Luis María. «En mi experiencia, comparten también gran generosidad, aunque sea entre dudas y tanteos». Lo que sí tiene claro es que muchas personas buscan, pero demasiadas buscan solas. «¡Ojalá encontraran con quién compartir sus esfuerzos solitarios!»
El autor se ha detenido en proponer una metodología, unos pasos, para discernir esa llamada. Y tener un método ayuda más que tener una pura intuición. «Yo propongo un método que no es mío, sino aprendido de personas que lo han trabajado mucho y bien (los profesores de la Universidad Gregoriana de Roma). El método proporciona cierto rigor, y un intento de integración entre la espiritualidad (de los documentos de la Iglesia, de los textos carismáticos) y los hallazgos más o menos consensuados de una psicología integrada en una antropología cristiana». En esta línea reconoce que tanto ayer como hoy, las vocaciones se examinan bien y mal. «Desgraciadamente me parece que todavía falta a veces un poco de rigor, de criterio, de seriedad a la hora de discernir y de acompañar las vocaciones de hoy en día», explica. «Algunos problemas del clero y de la vida religiosa se podrían prevenir y reconducir con un enfoque adecuado en la formación inicial. Aunque no podamos garantizar todo cuando tratamos con seres humanos complejos y libres».
De alguna manera, no hay norma en el seguimiento del Señor, porque “para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol… y un camino virgen Dios” (León Felipe). Dios llama con llamada única y respondemos con respuesta única. Ningún religioso responde repitiendo a su fundador, sino reviviendo su carisma de modo nuevo.
Por otro lado hay personas que empiezan honradamente y con generosidad su vida vocacional (como seminaristas, sacerdotes, personas consagradas) y al cabo de algunos años, por las circunstancias que sean, esa vocación se les hace imposible. También conozco a personas así, que ha seguido su “nueva” vocación, porque también creo ese dicho tradicional: “donde Dios cierra una puerta, abre una ventana».
Este discernimiento es todo un proceso que pasa por etapas distintas percepción-emoción-pensamiento-juicio y decisión. Parece un proceso descartado entre los jóvenes porque son «hijos de su tiempo y no son muy dados a la reflexión y al análisis profundo de su mundo interior». Ante esta realidad, tampoco la cultura actual les proporciona muchas herramientas para ello. Por eso este libro, no está tanto dirigido a estos jóvenes, sino a quienes les ayudan como educadores, monitores, mentores, tutores, acompañante espirituales y formadores, que «sí pueden ayudarles a ese largo proceso de integrar lo racional y lo emotivo de su mundo interior», añade Luis María García. «Mi experiencia también me dice que muchas personas jóvenes agradecen esa ayuda y así encuentran su propio camino en libertad, el que Dios quiera y el que cada una de ellas reconoce dentro de sí».