El reportaje en los informativos de La 1 -TVE- iluminó esa conexión entre aquellas personas que sobreviven al duelo y todo lo que puede ayudar en ese duro proceso: la escucha de quien consigue despertar la ilusión en medio de la nada; la meditación serena y una acertada lectura que señale posibles salidas. La periodista Rosa Correa entraba hasta dentro de la casa del matrimonio Fátima y Alberto. Desde sus entrañas mostraba la soledad y la profunda tristeza ante la pérdida de los padres de él a causa del coronavirus. En cinco días Vicente, con 88 años, y Lucía, con 86, fallecieron repentinamente y solos en un hospital de Madrid. Dolorosas y “extrañas” despedidas que se sumaron a la herida abierta por la muerte del hijo, justo hace un año, el 14 de marzo de 2019. Jorge tenía 22 años y desbordaba pasión por el grafiti. Desde entonces en este sinvivir, el recorrido hacia adelante ha ido de la mano del Centro de Escucha San Camilo, de personas que les quieren y honran a su hijo con un gran retrato en un muro de la calle junto a su firma artística Free. Con toda esa ayuda van reconstruyendo sus vidas.
Las imágenes del reportaje se centran en sus miradas. Revelan apoyo mutuo y cómo guardan el equilibrio de la balanza, si uno baja el otro saca fuerzas. Sobre la mesa, la imagen de dos libros: Se me ha roto la vida y La resiliencia. Han llegado hasta sus manos a través del Centro donde ha recibido apoyo tras la muerte de su hijo. Aliento nutrido de encuentros semanales, de espacios de escucha y de desahogo y también de lecturas. “Valentín Rodil con el título se me ha roto la vida, lo clava. Es así”, dice Alberto. En esta reconstrucción va encontrando que sus sentimientos trascienden y se reflejan en otros. Aunque afrontar el día a día sólo le corresponde a uno, en soledad. Un proceso lento al que se van integrando pequeños ritos, costumbre para hacer memoria y después seguir, el ritmo que ayuda para encontrar en qué creer y dejar de pelear con todo. Una visita al mural que luce el gran retrato del hijo en la calle, un rato de silencio en la soledad del dormitorio o una conversación cómplice de desahogo y búsqueda. Entre la memoria y la gratitud por lo recibido de sus padres y de su hijo, los dos siguen buscando la paz.