Vivimos desde siempre bajo el soplo del Espíritu de Jesús que nos alienta y vivifica, pues es Señor y dador de vida: no somos almas encerradas en un cuerpo mortal, ni esta vida es un simple destierro, ni la muerte es una liberación. Tanto la vida como la muerte se abren al Dios vivo, a la Pascua y a la resurrección; vivimos y morimos en el Señor. No somos dos, pero tampoco uno. Nada es profano; solo es profano lo que nosotros profanamos con el pecado.
Víctor Codina
Sueños de un viejo teólogo (Mensajero)
El adiós al jesuita, teólogo, maestro y escritor Víctor Codina es un adiós esperanzado. Su firme creencia en que tanto la vida como la muerte se abren al Dios vivo es sin duda un legado rico y profundo contenido en sus múltiples obras publicadas por el Grupo de Comunicación Loyola y publicaciones en Cristianismo y Justicia, de quien fue miembro activo hasta sus últimos días. Este lunes 22 de mayo moría en Barcelona a los 91 años de vida e infinitas lecciones filosóficas y teológicas brindadoras de su gran sueño: la espiritualidad aterrizada, la iglesia en camino atravesada por la esencia mensaje de que Dios es amor al soplo del Espíritu Santo. «Pues soñar forma parte del ejercicio de la virtud teologal de la esperanza cristiana».
Estudió Filosofía y Teología en Sant Cugat, Innsbruck y Roma. Y después de su larga formación vivió en Bolivia durante 35 años, como profesor de Teología en la Universidad Católica Boliviana de Cochabamba y como pastor en barrios populares. Hace cinco años regresó a Barcelona donde continuó su maestra labor como viejo teólogo anunciando la alegría del Evangelio a los jóvenes y mostrando una iglesia nazarena:«La Palabra se encarnó en medio del mundo de los pobres, de los excluidos, de los insignificantes», escribió.
Teólogo maestro de teólogos a los que hablaba de la Teología desde los insignificantes; de la Teología del Espíritu Santo (la Pneumatología) y de la Teología del Pueblo de forma clara y cercana. Sus años en Bolivia configuraron a un Codina interpelante y comprometido con una iglesia sin exclusiones, con igualdad de derechos y obligaciones, donde la mujer ocupe el lugar y el rol que Dios le ha otorgado. Por eso, acercarse a su figura a través de sus escritos es vibrar con su libertad de pensamiento y su profundidad. Es contagiarse del sueño que ha tejido a través de la experiencia y de lectura vivida de la Palabra. Cuando en 2017 publicaba Sueños de un viejo teólogo (2017) reconocía que compartir sus sueños no suponía criticar a nadie, sino que la cercanía a la escatología «confiere a los ancianos una luz especial y una gran libertad y serenidad para expresarse sin miedo. El clima de libertad y confianza suscitado por la llegada del Papa Francisco a Roma es un aliciente más para poder expresar mis sueños».
Cuando se acercaba el Sínodo de la Amazonía en el que participó llamado por el papa Francisco, publicó oportunamente La religión del pueblo (2019). Su apasionada reflexión en torno a la religiosidad popular iluminó la religiosidad del pueblo andino – Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile- mostrando su belleza y valor para inspirar su escucha en el Vaticano. «El horizonte del sínodo no es puramente eclesial, sino ecológico, e interpela a todo el mundo», explicaba después de la intensa experiencia. «Es una denuncia profética contra quienes están destruyendo la tierra y oprimen a los pueblos amazónicos, el horizonte del sínodo es la salvación del planeta».
Se expresaba con libertad y claridad, y gracias ello, acercó a jóvenes generaciones de teólogos una materia difícil de comprender. Sin embargo, su último libro, Ignacio ayer y hoy (2020) fue escrito para acercar a laicos y laicas la espiritualidad de Ignacio de Loyola que tanto le inspiró. Después de 72 años de vida en la Compañía de Jesús, se incorporó en 1948, y consciente de que la orden se reconoce ya como «mínima Compañía», Codina se dirigió a los laicos como acto de entrega la espiritualidad jesuítica a la espiritualidad ignaciana laical: «Ignacio no es propiedad exclusiva de los jesuitas ni de las congregaciones religiosas de inspiración ignaciana. Ignacio, por su carisma de acercamiento a la realidad, inspira una espiritualidad genuinamente laical para poder encontrar a Dios en todas las cosas», escribió. También para el Grupo de Comunicación Loyola, cada libro firmado por Víctor Codina es sencillamente más que de su propiedad. Es el admirable legado de un teológo que nunca dejó de soñar,
Las obras publicadas por el Grupo de Comunicación Loyola son estas:
Gracias Víctor, por tus palabras que nos han acompañado desde hace tanto tiempo, abriéndonos los ojos a la realidad, invitándonos a comprometernos aquí y ahora. Te adelantaste en la esperanza de la Resurrección y desde ahí nos acompañarás. pic.twitter.com/GJDYdXa8l6
— Marcela Villalobos Cid (@marchevc79) May 23, 2023
Adiós, Víctor Codina; querido compañero, gran jesuita, gran teólogo, siempre a la escucha del "Espíritu que sopla desde abajo", como escribías. pic.twitter.com/SOzj3mIaSB
Sal Terrae, del Grupo de Comunicación Loyola, y el Centro de Humanización de la Salud celebran 25 años de colaboración editorial con cerca de 80 títulos escritos con el mismo objetivo: lecturas para la escucha, el encuentro y la cultura del cuidado. Como apunta José Carlos Bermejo, director del Centro, “con el corazón en las manos”. Fruto de esta colaboración, suma de la labor editorial y la experiencia profesional, se ha podido proporcionar durante estos años las claves de una atención integral a la persona en todas sus circunstancias, especialmente en momentos de mayor fragilidad: en la enfermedad, en el dolor, en la soledad y en el duelo. Prueba de ello es el enorme servicio ofrecido durante los momentos más difíciles de la pandemia a través de un gran número de títulos, aliento para cruzar el abismo que siempre contó de encuentros semanales, de espacios de escucha y de desahogo, aunque fuera ‘online’.
Psicólogos, médicos, terapeutas, orientadores, pastoralistas de la salud, especialistas en bioética, acompañantes y religiosos de generosa vocación por el cuidado como los camilos comparten sus estudios y sus reflexiones y en especial, su exquisita práctica. Un reto editorial que pivota en torno al enfermo, a sus familiares, al cuidador, a los profesionales y a los gestores sanitarios para proporcionar el acompañamiento y el apoyo en cada uno de sus procesos desde lo más humano y profundo de su corazón.
La alianza se forjó en 1998, cuando Sal Terrae y el Centro de Humanización descubrieron sus afinidades: su vocación de servicio al otro desde sus diversas misiones. El Grupo de Comunicación Loyola, como obra de la Compañía de Jesús, y el Centro de Humanización de la Salud, de la Orden de los Ministros de los Enfermos, comparten la inquietud por el cuidado de la persona en su integridad y sus reflexiones en clave de fe del sufrimiento humano. El tiempo les ha hecho compañeros en la misión de la formación, de la difusión y del acercamiento de un cuidado que “no solo atienda las necesidades de las personas, sino que también comprenda su corazón”. En 2020 se integró en esta colaboración la editorial del Grupo de Comunicación Loyola, Mensajero, que en la actualidad tiene seis títulos publicados: Crónica de san Camilo, José Carlos Bermejo, Marta Villacieros Durbán y Gema Moreno; Gracias por la vida, José Carlos Bermejo, 2021, Alivio mi dolor hablando de amor, Arnaldo Pangrazzi, 2022; Padre bueno, gracias por la vida, José Carlos Bermejo, 2022; La mirada del perdón, Luciano Sandrín, 2023 y El espíritu de san Camilo, Mario Vanti, 2023.
Claves de esta consolidación:
Profesionalidad, formación, experiencia y hondura
Más de 20 autores consagrados a su trabajo en el Centro de Humanización de la Salud o en otros servicios de acompañamiento comparten sus reflexiones basadas en la experiencia. José Carlos Bermejo, su director, encabeza la lista de autores. Consuelo Santa María, Arnaldo Pangrazzi, Luciano Sandrín, Rosa María Belda, Valentín Rodil, Marisa Magaña, Angelo Brusco, Rosa Mª Belda, Cristina Muñoz, Mari Patxi Ayerra, Angelo Brusco, Sergio Pintor, Juan José Valverde, Ángel Cornago, Miguel Ángel Millán y Rosa Ruiz, entre otros ….
Temáticas actuales
En los cinco últimos años, además de publicar con el Grupo de Comunicación Loyola con Mensajero, las propuestas editoriales se han integrado en nuevas colecciones propias de Sal Terrae como Presencia Teológica, Comunidad sanadora, de Luciano Sandrín, 2021, o Espiritualidad.
Propuestas en clave de fe, en clave de humor y desde el corazón
El servicio de los camilos radica en que la hospitalidad es parte de su carisma cristiano y también como un valor humano fundamental. Algo valioso por sí mismo, que todo ser humano debe cultivar y practicar por mero imperativo de humanidad. Y si esto se dice de todo ser humano, cuánto más de quienes por vocación y profesión dedican su vida al cuidado de la salud de los demás: los profesionales sanitarios.
Generación de cambio y crecimiento
La formación, el crecimiento personal y el apoyo generan un efecto transformador de innumerables consecuencias que enlazan con la vida. La formación proporciona las competencias generadoras de cambio.
«Hay fechas en que los acontecimientos se precipitan como si la historia tuviese prisa en hacer correr el tiempo», escribía Fernando García de Cortázar al comienzo del prólogo del libro La quina, el mate y el curare. Jesuitas naturalistas de la época colonial, de su compañero jesuita Ignacio Núñez de Castro SJ. (Mensajero, 2021). Nada le hizo presagiar que sus palabras hoy tendrían el mismo sentido para referirnos al 3 de julio, fecha en que se precipita su vida de forma inesperada a los 79 años de edad. Ese día, el tiempo pasó la última página de su propia historia pivotada por dos vocaciones, la fe defendida y vivida a ultranza, y la Historia, el pasado desenterrado y narrado de manera sabia y amena. Recibió el Premio Nacional de Historia por su obra Historia de España desde el arte (Planeta) y firmó 70 libros, uno de ellos, el súper ventas Breve Historia de España (Alianza, 1993), reflejo de su conocimiento y de su arte en la tarea de difusión del pasado certero para mirar al futuro. El adiós imprevisto ha llenado de artículos y necrológicas los medios de comunicación.
Mucho se ha escrito estos días de su figura. Y Fernando García de Cortázar mostraba su preocupación por el momento por el que según él atraviesa España, como todo Occidente, «un devastador periodo de banalidad, de despreocupación y pérdida de sustancia moral», decía en otro prólogo para el libro del Grupo de Comunicación Loyola: Falso testimonio. Desmontando siglos de historia anticatólica, de Rodney Stark (Sal Terrae, 2016). Y precisamente de la Historia y de los hombres y mujeres que la forjaron, desgranaba su reivindicación de libertad e igualdad, de perfeccionamiento de la sociedad y de la naturaleza interior del individuo. Bellas utopías creadas por Europa y que trataba de rescatar entre entre hitos cronológicos y relatos históricos: «Hubo un momento en que Occidente quiso matar a Dios, hace cien años», argumentaba. Y sus estudios históricos eran el lugar donde arrancar la reconquista, «desde la demanda de que todo el humanismo vertebrado con la tradición católica vuelva a ser esa referencia cultural que nos define, que nos ofrece la edad de una cultura y la madurez de una civilización». Para hablar de este libro ofreció una entrevista en Últimas Preguntas donde mostraba su inquietud por revelar, una vez más, la contribución de la Iglesia a la configuración de la sociedad actual.
Decía que la historia universal no se reduce a la biografía de los grandes hombres, aunque reconocía que hay personalidades que arrastran consigo épocas enteras, porque sus sueños individuales conforman el tejido de que está hecho la historia. Se puede decir que Fernando García de Cortázar es uno de ellos, fallecido con las botas puestas, en el mismo escenario de la Historia donde se convirtió en leyenda. A partir de hoy martes, 5 de julio, su cuerpo descansará en el cementerio de Loyola, el lugar donde comenzó la vida de su gran familia la Compañía de Jesús a la que sirvió como militante esclarecedor de la historia y apóstol de la fe que veneró.
En la historia de la Compañía de Jesús, el manuscrito ‘Autógrafo’, conservado en el Archivo Romano de la Compañía, es el documento más próximo al original perdido de los Ejercicios espirituales escrito por el mismo Ignacio de Loyola. Un precioso texto que contiene 32 correcciones escritas del puño y letra de Ignacio, intercaladas entre líneas o en los márgenes del directorio escrito por un copista. Para este amanuense anónimo se han barajado varios nombres a lo largo de la historia, aunque los indicios lingüísticos apuntan al jesuita portugués Barolomeu Ferrão. Con todo, se trata de un documento de gran valor para mantener la memoria de las raíces propias de la identidad ignaciana. Un tesoro y una ventana más clara para profundizar en el estudio del devenir de los Ejercicios espirituales en la Iglesia, en la Compañía de Jesús y en cualquier institución de inspiración ignaciana. Y de forma muy especial, para comprender y practicar mejor los Ejercicios como instrumento para encontrar el camino hacia Dios y discernir cómo actúa en la humanidad entera.
Ahora, el Grupo de Comunicación Loyola ofrece una edición bilingüe español-inglés muy cuidada del Autógrafo. Después de un trabajo de restauración integral del documento, impulsados y financiados por la Fundación Gondra Barandiarán, la fotografía de cada una de sus 126 páginas permite acceder al documento. Además, en esta edición Santiago Arzubialde, SJ y José García de Castro, SJ presentan uno de los estudios más completos y actuales sobre el Autógrafo, que permite conocer en profundidad la historia y naturaleza del documento: el proceso de redacción, la finalidad y horizontes interpretativos, su estructura y estilo así como una breve explicación de su evolución editorial y usos de lectura a lo largo de casi 500 años. De igual manera, presentan todo el documento original en fotografías en alta calidad y la correspondiente transliteración del texto, acompañadas de numerosas de explicaciones interesantes en notas y un glosario de términos. Un libro que ayuda a mantener viva la inspiración, identidad y vida que aportan los Ejercicios de san Ignacio.
El Grupo de Comunicación Loyola participa en la Feria del Libro de Madrid 2022 desde este 27 de mayo hasta el 12 de junio. Un 81 edición que retoma su actividad manteniendo espacio y tiempo tradicional: Parque del Retiro en plena primavera, superando así las dificultades de ediciones anteriores provocadas por la Covid-19. En total, hay 378 expositores, que se repartirán en 52 librerías generales, 57 librerías especializadas, 153 editoriales independientes, 50 editoriales compartiendo, 22 grandes grupos, seis facsímiles y 24 organismos oficiales. La editorial de la Compañía de Jesús, con sus sellos Mensajero, Sal Terrae y Mezulari, proporcionará a los lectores nuevos títulos, un catálogo amplio y el encuentro con una quincena de autores en su caseta 237.
Cada feria es especial para la editorial. Son días de ilusión, de presentación de nuevos proyectos, de oportunidad de encuentro editorial-autor-lector. En esta edición, el calendario tiene además de fechas, nombres propios. Una quincena de autores firmará ejemplares estos días. Los sábados por la mañana, los protagonistas son los autores de literatura infantil y el resto de la jornada del sábado así como la del domingo, serán los autores consolidados quienes estamparán su firma.
Los formadores en la vocación de vida consagrada de los seminarios, de los noviciados y de las casas de formación, tienen un nuevo aliado: el manual de Luis María García Dominguez SJ Discernir la llamada. La valoración vocacional. Se trata de un libro fruto de una larga experiencia en el acompañamiento y en la toma de muchas decisiones vocacionales. Con todo lo aprendido, el autor ordena para iluminar en este complejo y crucial proceso en la vida con vocación “eclesial” de ayudar a otros en esa formación de líderes que son los sacerdotes, los religiosos y las religiosas.
El lector que quiere discernir su vocación puede encontrar en este material criterios eclesiales (en el capítulo 1, sobre todo), un recorrido existencial por los puntos que habría que examinar (en el capítulo 3) y la síntesis de una vocación adecuada o problemática (en el capítulo 4). Otras páginas, por supuesto, le puede orientar. Pero, sinceramente, este libro está pensado más como un instrumento práctico para aplicar por quienes tratan con personas que quieren discernir su vocación, de un modo más intuitivo e inicial, o de una manera más sistemática. A ellos sí les puede ofrecer bastantes pistas de trabajo práctico.
La experiencia demuestra la infinita variedad de situaciones y de personas que se sumergen en el discernimiento de lo que Dios les está pidiendo en su vida, pero siempre con un punto común: «honradez, deseo de hacer verdad en sus vida y búsqueda», aclara Luis María. «En mi experiencia, comparten también gran generosidad, aunque sea entre dudas y tanteos». Lo que sí tiene claro es que muchas personas buscan, pero demasiadas buscan solas. «¡Ojalá encontraran con quién compartir sus esfuerzos solitarios!»
El autor se ha detenido en proponer una metodología, unos pasos, para discernir esa llamada. Y tener un método ayuda más que tener una pura intuición. «Yo propongo un método que no es mío, sino aprendido de personas que lo han trabajado mucho y bien (los profesores de la Universidad Gregoriana de Roma). El método proporciona cierto rigor, y un intento de integración entre la espiritualidad (de los documentos de la Iglesia, de los textos carismáticos) y los hallazgos más o menos consensuados de una psicología integrada en una antropología cristiana». En esta línea reconoce que tanto ayer como hoy, las vocaciones se examinan bien y mal. «Desgraciadamente me parece que todavía falta a veces un poco de rigor, de criterio, de seriedad a la hora de discernir y de acompañar las vocaciones de hoy en día», explica. «Algunos problemas del clero y de la vida religiosa se podrían prevenir y reconducir con un enfoque adecuado en la formación inicial. Aunque no podamos garantizar todo cuando tratamos con seres humanos complejos y libres».
De alguna manera, no hay norma en el seguimiento del Señor, porque “para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol… y un camino virgen Dios” (León Felipe). Dios llama con llamada única y respondemos con respuesta única. Ningún religioso responde repitiendo a su fundador, sino reviviendo su carisma de modo nuevo.
Por otro lado hay personas que empiezan honradamente y con generosidad su vida vocacional (como seminaristas, sacerdotes, personas consagradas) y al cabo de algunos años, por las circunstancias que sean, esa vocación se les hace imposible. También conozco a personas así, que ha seguido su “nueva” vocación, porque también creo ese dicho tradicional: “donde Dios cierra una puerta, abre una ventana».
Este discernimiento es todo un proceso que pasa por etapas distintas percepción-emoción-pensamiento-juicio y decisión. Parece un proceso descartado entre los jóvenes porque son «hijos de su tiempo y no son muy dados a la reflexión y al análisis profundo de su mundo interior». Ante esta realidad, tampoco la cultura actual les proporciona muchas herramientas para ello. Por eso este libro, no está tanto dirigido a estos jóvenes, sino a quienes les ayudan como educadores, monitores, mentores, tutores, acompañante espirituales y formadores, que «sí pueden ayudarles a ese largo proceso de integrar lo racional y lo emotivo de su mundo interior», añade Luis María García. «Mi experiencia también me dice que muchas personas jóvenes agradecen esa ayuda y así encuentran su propio camino en libertad, el que Dios quiera y el que cada una de ellas reconoce dentro de sí».