Francisco José Ruiz SJ: «Cada comentario del Evangelio Diario pretende ser un botón de teología mínima, de bolsillo»

Los comentarios del decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto, Francisco José Ruiz Pérez (Santa Cruz de La Palma, 1961),  iluminarán el Evangelio Diario en la Compañía de Jesús 2024 de Mensajero. El jesuita toma el relevo a la escritora Margarita Saldaña quien comparte sus mociones y reflexiones de este 2023 que inicia su recta final. Comenta Francisco José (Paco Pepe entre sus allegados) que el comienzo de año «lo asociamos al intento de reponer la cuenta de nuestros deseos como si partieran de cero. El uno de enero «estrenamos» tiempo». Y podría añadir a estos estrenos también la nueva mirada al Evangelio, la suya. Licenciado en Filosofía por la Universidad Pontificia Comillas y doctor en Teología Dogmática (Sankt Georgen Hochschule, Frankfurt), su ministerio le ha llevado a ocupar puestos de responsabilidad como provincial de la Provincia Bética de la Compañía de Jesús (de 2004 a 2010) y después asumió la de provincial de España para llevar adelante el proceso de unificación que finalizó en 2014. Ese mismo año fue nombrado provincial de la nueva provincia de España hasta 2017. Ahora a cargo de de la Facultad también es un fiel mensajero de la Buena Noticia cada lunes. Porque con breves mensajes de whatsapp vibra el evangelio y los mensajes inspiradores para comenzar la semana con otra mirada… para ¡caer en la cuenta de que somos!

¿Qué ha significado para usted escribir los comentarios del Evangelio Diario 2024?

Ha sido como trabajar en un taller pequeño, intentando extraer dosis de luz del Evangelio para cada día e inocularla en la vida… O como pintar miniaturas, colgándolas en la pared del alma… En cualquier caso, el Evangelio diario 2024 es el fruto de mucha paciencia y de cierto atrevimiento.

¿Cuánto tiempo lleva este trabajo encargado por el Grupo de Comunicación Loyola para su publicación?

El periodo más intenso fue el inmediato a la entrega del texto definitivo, un año prácticamente. Pero muchos comentarios proceden de antes y los pude pulir y reformular con más calma desde hace dos años y medio. Usé momentos tranquilos de cuarto, pero hay no pocos comentarios que nacieron en los aeropuertos y en el balanceo de los autobuses.

Existe un vínculo estrecho entre tus comentarios semanales, esos que llegan por whatsapp e inspiran a la luz del Evangelio la semana que comienza. ¿Han interferido esos mensajes en la escritura de los comentarios?

El Evangelio diario 2024 conecta bastante con los pequeños textos que envío por whatsapp las mañanas de los lunes a quienes me los han solicitado. Pero debe mucho más a los comentarios del Evangelio de los sábados que hago en el programa Aclarando el día, de ECCA. La verdad es que unos textos y otros, a pesar de su formato diferente, responden a un estilo común, bastante alejado del que empleamos en los libros de teología. Y, sin embargo, diría que cada uno de ellos pretende ser un botón de teología mínima, de bolsillo, suficiente como para abrir la mirada hacia lo trascendente y, si pudiera ser, hacia el Transcendente.

– ¿Cómo integrabas esta tarea en tu trabajo cotidiano o en tu vida?

El Evangelio diario 2024 para mí ha sido la demostración de que hay tiempo para lo importante incluso en medio de la necesidad de atender a muchas tareas… Otra cosa es cómo arañar ese tiempo al frenesí de la agenda. Me obligué a no dejar pasar ideas que me parecían sugerentes y las anotaba en donde podía… Ha sido un modo de concretar, muy limitadamente por mi parte, aquello ignaciano de ser contemplativo en la acción.

– ¿Qué objetivos te marcabas cuando comenzaste a escribirlos?

A mi entender, cada trozo del Evangelio está lleno de detalles por ser un texto escrito e inspirado. Lo que pretendí con los comentarios fue dar la posibilidad de asumir una perspectiva que permitiera ver esos detalles especialmente llamativos. Y llamativos no sólo por lo que decían de Dios, sino igualmente por lo que decían del ser humano. El Evangelio opera desde el principio de la Encarnación: no puede dejar de afirmar algo de nosotros, mientras, a la vez, afirma algo de Dios.

¿Existe algún pasaje evangélico por el que sienta cierta predilección?

Siempre me hubiera gustado estar presente en la escena de la mujer sorprendida en adulterio, a punto de ser linchada por la hipocresía que la quería condenar, finalmente salvada por Jesús (cf. Jn 5,53-8,11). Lo que allí pasó es la escenificación de esa frontera que atraviesa el corazón: la que separa las lógicas humanas inmisericordes de la lógica divina del perdón. Aquella mujer la cruzó. Y tuvo que ser fascinante cuanto sentiría por dentro.

El Evangelio es el núcleo de este texto, pero, ¿de qué otras fuentes se inspira? ¿De qué manera la realidad, su vida concreta, puede transformar la lectura universal a la que invita?

Desde hace años estoy convencido de que la fuente más fidedigna para comentar el Evangelio es la experiencia personal y comunitaria de Dios. La teología va detrás de esa experiencia y la pretende nombrar y describir. Pero viene después, no antes. Con mucha diferencia, esa experiencia personal y comunitaria, conocida en mi caso a través de los ministerios hechos en la Compañía de Jesús, ha sido mi fuente principal de consulta.

 Escribir sus comentarios es escribir un libro lleno de mensajes para interpretar la Buena Noticia…, ¿qué diría que aporta de nuevo?

Sinceramente, creo que no aporto nada nuevo. Me quedaría muy satisfecho si los comentarios ayudaran a acercarnos al Evangelio y a su significación para hoy. Este hoy, aparentemente tan reacio a abrir espacios y tiempos para Dios, necesita cargas de profundidad. Y este Evangelio diario 2024 se suma a muchos esfuerzos en esa dirección.

 

Pablo Guerrero SJ, nuevo director de Sal Terrae: «Nuestra vocación es valorar y promover la pluralidad en la iglesia»

La revista Sal Terrae lleva más de 100 años ofreciendo un contenido teológico pastoral de enorme valor. Es un referente editorial al que muchos buscadores se asoman con el fin de crecer en hondura y entrar en diálogo con la realidad inquietante en clave creyente. Así es desde 1912. Cada director ha dejado su impronta en esta misión, siempre acompañado del consejo de redacción que tanto inspira esta revista. Después de casi 10 años, Jose Ramón Busto SJ entrega el testigo a Pablo Guerrero SJ. Con su último número, marzo 2023, La devoción a los santos, ha cerrado una etapa editorial compaginada con su labor docente en la Universidad Pontificia Comillas de Exégesis del Antiguo Testamento y de Teología Bíblica. En 2021 recibió el premio Carisma de Formación y Espiritualidad de la CONFER.

Su sucesor, Pablo Guerrero, también profesor de la Universidad Pontificia Comillas, aporta a la nueva andadura su experiencia en pastoral de la familia y en Teología Pastoral. Dos vocaciones muy estudiadas y vividas de las que dan fe muchos artículos y libros de ambas temáticas. Ahí está, entre otros, Mucho más que dos.  Acercamiento pastoral a la pareja y la familia, el libro publicado por Sal Terrae en 2016 donde aterriza la encíclica del Papa Amoris Laetitia a través de su experiencia. Y su vocación teológica pastoral cobra valor cuando la primera revista firmada por él como director, abril 2023, lleva precisamente a las entrañas de la Teología Pastoral en la actualidad. Un número de referencia para ahondar en qué se entiende por aquello que inspira a la revista Sal Terrae. En su artículo Teología Pastoral: idea, palabra y acción, de 2012, así la definió: «Es reflexión teológica sobre la acción eclesial. Es la misma Iglesia que ve, juzga y actúa en la construcción del Reino de Dios», escribió.

Ante esta definición, la revista Sal Terrae se ha ido adaptando para sobrevivir al paso del tiempo. Ha escuchado las necesidades de cada tiempo, «presentando una pastoral donde el fondo y el estilo sean oferta de diálogo, acogida y búsqueda de nuevos horizontes desde un sentido evangélico que busca a los alejados y trata de verter su mensaje en los odres de la cultura de hoy». Ese es el horizonte que se dibuja para el nuevo director.

Quizás sería interesante conocer cómo afrontas la dirección de Sal Terrae, revista en la que también has firmado artículos en diversas ocasiones.

Afronto la dirección de Sal Terrae como un servicio que me pide la Compañía de Jesús, y lo hago agradecido por la confianza que se deposita en mí. De alguna manera, puedo decirte que me siento en casa puesto que se trata de una revista con la que he crecido, que me ha ayudado mucho en mi camino profesional, vocacional y personal (en la medida en que puedan separarse estos tres ámbitos). Ha alimentado mi vida interior, me ha ayudado a mirar el mundo, la iglesia, la familia, etc.

Como dices, he escrito varios artículos en la revista, casi siempre en el ámbito de la pastoral aplicada, principalmente con el tema de la familia y de la pareja.

Asumo la dirección con tranquilidad puesto que el trabajo de los equipos anteriores ha dejado una revista consolidada, de calidad, con prestigio y con vocación de futuro. Cuento con un excelente consejo de redacción que asegura tanto la continuidad en la tradición recibida como la adaptabilidad a los nuevos tiempos y desafíos.

Como director, cuáles son para ti los principales retos a los que te enfrentas en esta tarea. Y ¿cuáles son los retos de la propia revista?

El reto fundamental es continuar respondiendo a la vocación de nuestra revista, que siga siendo una buena revista de Teología pastoral. Es decir, una revista que sea torre de observación, laboratorio de análisis, aula de debate y casa de acogida. Y dentro de esta vocación, valorar y promover la pluralidad en la iglesia.

Un reto que también tiene una importancia sustantiva, es el de acercarnos a las situaciones difíciles y dolorosas de nuestros contemporáneos y ser capaces de tener una palabra evangélica, es decir de comprensión, acogida, ternura y respeto.

Otros retos serían: mantener y aumentar el número de suscriptores, dar a conocer la revista a nuevos públicos, mejorar nuestra presencia en las redes, etc.

La iglesia «sufre» de déficit de vocaciones jóvenes y de compromiso creyente… me figuro que influye de alguna manera a la revista, ¿de qué manera? ¿Menos autores, menos lectores, menos interrogantes?

Parece que la “palabra escrita” tiene más dificultades de llegar hoy a las nuevas generaciones. Leer artículos de 10-12 páginas para más de uno de nuestros contemporáneos parece una tarea difícil. Nuestra revista ha tenido siempre una vocación de lo que podríamos llamar “alta divulgación”, es decir, en ser capaces de traducir, en clave evangélica, para el “gran público” las grandes preguntas del ser humano en el mundo en el que nos toca vivir.

Evidentemente, si queremos captar a un público más joven debemos estar atentos a nuevos lenguajes, a nuevas preguntas, a nuevas sensibilidades…

Respecto a nuestros autores, creo que tenemos el privilegio de contar en nuestro país y en Latinoamérica con toda una red de universidades jesuitas que nos proporcionan un repertorio de autores de gran calidad, de orientaciones plurales, con los pies en el suelo, y de reconocido amor concreto y real a la iglesia. Junto a estas universidades, también contamos con profesionales de otras instituciones tanto eclesiales como civiles que colaboran con nosotros. Creo que la diversidad y la pluralidad son también reconocidas características de nuestra revista.

Sal Terrae una revista centenaria para el siglo XXI. ¿cómo trazar ese camino para jóvenes, hombres y mujeres, laicos y religiosos, encuentren su sitio en ella?

Este camino creo que lo está marcando el papa Francisco. Los grandes temas los ha ido señalando desde su exhortación apostólica programática Evangelii Gaudium. La conversión pastoral, la iglesia en salida han de ser guías para ese camino sobre el que me preguntas.

Estoy convencido que, si nos centramos en familia, jóvenes, cuidado de la creación, modo de ser sinodal de la iglesia y diálogo auténtico con nuestros contemporáneos y el mundo real, jóvenes, hombres y mujeres, laicos y religiosos, encontrarán su sitio en Sal Terrae.

 

 

 

Jaime Tatay: «Quiero acompañar al lector hacia una reflexión trascendente sobre las experiencias cotidianas»

En tiempo de Pascua, hablar de Símbolos de resurrección es casi obligado. El nuevo libro de Jaime Tatay acaba de salir a la luz mostrando a través de breves reflexiones imágenes de esperanza. Siguiendo la línea de La llegada de un Dios salvaje de reflexiones cortas, más que una obra aislada es un proyecto con tres años de historia inspirado en la tradición de los libros de la revelación cristiana. De ahí que la estructura siga los citados textos: Libro de la creación, que sería la primera parte, y Libro de la Experiencia Humana, la segunda. «Dios se ha comunicado y se sigue comunicando en el libro interior de nuestros sentimientos, de nuestras experiencias y de nuestras memorias. Ahí también hay mensajes y signos que nos permiten acceder al mensaje que Dios nos transmite», comenta.

El libro comienza con una imagen bonita y muy evocadora: la fotografía de un hombre alcanzando la cumbre de una montaña abre el libro. ¿Qué sentido tiene una imagen así cuando el título hace el anuncio de símbolos de resurrección?

Las fotografías son de un buen amigo fotógrafo profesional, Alberto Diloy. Él ilustra gráficamente mis reflexiones. El pastor que sube la montaña es una foto bonita que evoca, en mi opinión, la idea de ascenso y de elevación. Subiendo no se sabe hacia donde. Y evoca la idea de esfuerzo. Hay un tercer significado: el sentido de encuentro y de la trascendencia. La montaña, la nube, lo alto…lugares privilegiados de encuentro con la divinidad. Moisés y Jesús en el monte Tabor, tantos relatos que acontecen en lo alto de una montaña. De alguna manera es el lugar a donde me gustaría acompañar al lector, hacia una reflexión trascendente que va más allá de las cosas cotidianas y de las experiencias diarias y que son capaces de elevarnos. Esa es la experiencia de la resurrección: trascender lo cotidiano para elevarnos.

Eres un autor a veces más académico, otras, más docente y personal. ¿Cuánto hay de ti en lo personal y cuánto de profesor?

Doy clases en la universidad y tengo que investigar y escribir como docente. Y también soy sacerdote, con lo que tengo una experiencia pastoral distinta con elementos comunes. Y una tercera capa, si quieres, es la personal biográfica. Es muy difícil desligar unas de otras. No nos podemos desmembrar. Todo lo que hacemos tiene su huella biográfica. Hay reflexiones que nacen de la lectura de un libro pero que tratan de trascender ese acontecimiento o esa experiencia. Unas veces parto de una experiencia personal y otras de un artículo o ensayo académico.

El primer capítulo es el reflejo del símbolo de resurrección muy esperanzador: la recuperación medioambiental de Chernobil. ¿Lo has escogido precisamente en este momento en que Ucrania vive su peor pesadilla?

Ha sido coincidencia. Cuando enviamos a imprenta el libro en septiembre no podíamos sospechar la guerra. Una historia que yo conocía por otros cauces e ilustra muy bien lo que tiene como objetivo el libro. Cómo del desastre ecológico puede surgir vida y esperanza. La sincronización ha sido perfecta, por desgracia.

Este libro hace un milagro, porque cuando terminas de leerlo buscas tus propios símbolos de resurrección.

Creo que esa es la experiencia de cualquier escritor porque todo lo que escribes es susceptible de ser modificado. Es un proceso que está abierto. Es un texto de ventanas abiertas al ser una colección de reflexiones todavía más. He de confesar que estos textos lo he escrito yo pero muchas ideas no son mías. Proceden de una lectura, de la idea de un amigo, de las redes sociales, de una exposición… Es un conjunto de materiales que le voy dando una forma narrativa personal. Resuenan con la propia experiencia. Leer y escribir es un gran flujo en el que todos participamos en la medida en que hemos recibido un lenguaje que no es nuestro y lo recreamos y lo devolvemos a ese gran cauce. El proceso creativo es un compartir y un reelaborar.

Tu narrativa se sirve de figuras muy personales: «catalizadores del Reino», «drenaje espiritual», «fronteras y ecotonos». Trasladas a tu universo términos tecnológicos, científicos y ofreces esa visión distinta de lo cotidiano.

Para mi el trabajo más fecundo consiste en traer términos de un ámbito a otro ámbito. Un término del ámbito de la química o de la biología que tiene un significado nuevo. Esa es una labor de intérpretes e innovación. Es un proceso que siempre está en la literatura y en el arte porque todo creador traslada a un nuevo contexto.

¿Hay alguna de estas figuras con las que te sientas más identificado?

Me gusta mucho «drenaje espiritual». Desde niño me gusta la botánica, el mundo agrícola y forestal y es algo en lo que me fijo. Esa visión de la espiritualidad como un proceso lento, con el crecimiento vegetal, y que requiere de cuidado, como es el riego, con una dosificación, ni exceso ni falta de agua, para mi es muy inspirador y porque me ha ayudado a mi propia vida espiritual….Es algo que encontramos en la tradición cristiana.

¿Tus figuras y tu modo de expresar y de acercarte a la realidad crees que son un puente para llegar a los jóvenes o no lo haces con esa intencionalidad?

Me gustaría que llegara a todas la comunidad cristiana que esté interesada en reflexionar sobre la espiritualidad cristiana. Si llega a los jóvenes fenomenal.

Entre todos tus relatos, destaca tu inspiración en la naturaleza. Son muy ricas tus reflexiones en torno a la naturaleza.

Hay todo un género que está en expansión conocida como  «escritura de la naturaleza». No es una novela sino que la naturaleza se convierte en la protagonista principal. Es  una reflexión humanista que se acerca a la naturaleza como sujeto no simplemente como escenario. Y este género trae al primer plano a la naturaleza con voz propia. Mi libro tiene algún elemento que comparte con esa corriente literaria con la que quiere dialogar, aunque lo hace desde una tradición particular que es la de la espiritualidad cristiana.

Un libro, ¿puede convertirse en símbolo de resurrección?

Claro que sí. A cuántos nos han acompañado los libros a lo largo de nuestras vidas. Cuántos libros han pasado a formar parte de nuestra historia. Los libros son sostén y forman parte de nuestra memoria y pueden ser símbolos de resurrección y alimento de la fe. Ojalá este libro también lo sea.

El libro no tiene dedicatoria, sin embargo, ¿hay alguien en mente a quien quieras dedicar el libro?

No se lo he dedicado a nadie peo ya que me preguntas dedicárselo a mi familia, en especial a mis padres que han leído con mucha ilusión todo lo que escribo. Y en segundo lugar a la Compañía de Jesús que es mi segunda familia y que me ha permitido formarme y me ha dado el tiempo y los recursos para poder escribir.

Gabino Uríbarri: «Busco un equilibrio entre la verdad de la fe cristiana y el puente más transitable hacia los jóvenes»

Para el teólogo de la Universidad Pontificia Comillas Gabino Uríbarri SJ existe un gran reto: ofrecer una pastoral a los jóvenes que supere las enormes dificultades de fe y de espiritualidad líquida. Con su nuevo libro Jesucristo para los jóvenes. Claves pastorales para un mundo líquido, se propone desgranar esas claves. Para ello aborda tres frentes: la iglesia y su lenguaje; la dimensión cristológica y la liturgia. El libro ofrece esas claves de las que pueden servirse los agentes de pastoral juvenil para que Dios cale en sus corazones.

  • El título de su libro, Jesucristo para jóvenes, suscita muchas preguntas: si hay un Jesucristo para cada edad y nos presenta el de los jóvenes; o si se trata de configurar el Jesucristo en el que pueden creer los jóvenes. En realidad, ¿a qué responde?

-Los jóvenes hoy en día forman una subcultura. Poseen una idiosincrasia particular. En ellos se dan dificultades específicas a la hora de acceder a la fe: la espiritualidad líquida, entre ellas. El libro intenta diagnosticar las más relevantes y buscar elementos de la fe cristiana para sugerir pistas desde donde se pueden afrontar esas dificultades específicas.

No hay un Jesucristo para cada edad, aunque en cada edad un aspecto suyo pueda ser más relevante.

  • Anuncia, en la introducción del libro, que su propuesta va en sintonía con el sínodo dedicado a los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional y con una síntesis de dos de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús aprobadas por el papa Francisco en 2019. La primera comienza así: «Mostrar el camino hacia Dios». La tercera dice: «Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador». Un tema inquietante en la actualidad y que muestra una necesidad clara, no tanto las respuestas. ¿Qué ofrece este libro y a qué lector va dirigido?

-El libro va dirigido, en primer lugar, a todos aquellos que trabajan pastoralmente con jóvenes, en el nivel o el modo que sea: parroquias, colegios, universidades, movimientos, cofradías. Con alguna ayuda, también puede ser útil para los universitarios que participen en grupos de fe. Más allá, muchos creyentes pueden encontrar una ayuda y un refuerzo de su fe.

Lo que el libro pretende ofrecer son claves y pistas desde la fe cristiana para enfocar la pastoral juvenil en cuatro áreas fundamentales, interrelacionadas, relativas a los jóvenes líquidos. ¿Qué Iglesia? ¿Qué lenguaje de la fe? ¿Qué Cristo? ¿Qué liturgia? Se busca un equilibrio entre la verdad de la fe cristiana y el puente más transitable hacia los jóvenes y para los jóvenes de hoy en día, para ofrecerles la posibilidad de recorrer ese espacio juntos: de su modo de ser al encuentro con Jesucristo.

  • La primera parte ofrece un perfil del joven hoy desde una perspectiva «amorosa», porque si no es desde ese respeto no se sabrá a quiénes va dirigida la pastoral. ¿Cree que esa falta de escucha ha provocado el desfase y desconexión entre jóvenes y pastoral y, por tanto, la desconexión de los jóvenes al mensaje?

La escucha siempre es necesaria. En un tiempo de cambios tan rápidos como se dan hoy en día, de fragmentación cultural y de subculturas lo es todavía más. Es corriente hablar de sociedad post-cristiana y de secularización. Esta situación ha producido de hecho una enorme distancia afectiva e intelectual de modo casi estructural entre los jóvenes y la fe cristiana. Por eso, es necesario salir de nosotros mismos y contemplar amorosamente a los jóvenes. Estimo que es una condición previa a una posible transmisión de la fe.

  • En el libro late la pregunta cómo ser Iglesia evangelizadora para estos jóvenes y con estos jóvenes? En realidad, una de las tantas preguntas que usted se hace en este libro y que sí propone respuestas. Desde su punto de vista, ¿cuál es la respuesta clave? ¿Su libro es un punto de partida del que nacerán nuevas respuestas?

-Lo principal es ayudar a los jóvenes a que ellos mismos tengan un encuentro en profundidad con Jesucristo. Ahí está la clave. Por eso se la Iglesia ha de poner los medios para ese encuentro por encima de todo: de exigencias doctrinales o morales. Eso vendrá después, con el tiempo y la maduración. En concreto: la Iglesia, el lenguaje, la liturgia, el aspecto que se privilegie de la fe cristológica ha de caminar en la dirección de facilitar el encuentro con un Cristo verdadero, no recortado. Más técnicamente, la Iglesia ha de ofrecer una mistagogía: una guía para el encuentro con el Misterio de Cristo.

-No se ofrecen «platos precocinados». El libro pretende dar criterios y claves asentadas en la fe cristiana, para que luego se adapten creativamente a cada situación particular, según los tiempos, las personas y las posibilidades. Es ese sentido, estaría muy contento si desde aquí se fecundaran muchas respuestas.

 

 

Peter Seewald: «Benedicto XVI ha llevado al papado a una nueva era»

El periodista alemán Peter Seewald lleva casi 30 años acompañando a Joseph Ratzinger profesionalmente. Nadie más idóneo que él para escribir un libro de dimensiones historiográficas como Benedicto XVI, una vida. Su trayectoria profesional está marcada por diversos hitos: la dirección del periódico Der Spiegel, entre 19881-1987. Su trabajo de redacción en Stern y en el semanario de Süddeutsche Zeitung. Y cómo no, su primera entrevista al cardenal Joseph Ratzinger en 1996, prefecto entonces para la Congregación para la Doctrina de la Fe.

De este primer encuentro nació una afinidad que se reflejó en el primer libro dedicado a Ratzinger: La sal de la tierra. Una obra escrita en colaboración con su protagonista escrita con la intención de retratarle fuera del marco ya extendido de Panzer cardenal o Gran Inquisidor. Además del giro profesional experimentó su propia conversión religiosa. Regresó al seno de la Iglesia Católica, aquella en la que fue educado en Baviera y de la que se distanció a los 19 años de edad para seguir la estela de marxismo. Con 42 años de edad, en plena madurez profesional, su regreso le acercó más aún a Ratzinger y asumió la misión de desenmascarar lo que ha llamado escandalosas manipulaciones orquestadas para oscurecer su imagen ante la opinión pública. Y ante nuevos proyectos literarios, fue descubriendo al hombre en tiempos de guerra; al sacerdote apodado el Mózart de la teología, al prefecto inspirado en el Evangelio y al papa teórico que se enfrentó con análisis certeros al irrefrenable proceso de secularización.

La biografía de Benedicto XVI es el resultado de mucho trabajo: entrevistas, selección, orden y redacción, entre otros. ¿Qué parte del proceso fue la más difícil para usted y por qué?

Sí, fue un enorme desafío. Si hubiera sabido lo que se avecinaba, probablemente nunca habría empezado. Pero una historia de vida tan única y significativa como la de Joseph Ratzinger debe abrumar a todos los biógrafos. Su trabajo es casi inmanejable. Además, las conversaciones con alrededor de cien testigos contemporáneos y con el propio Papa Benedicto han sacado a la luz mucha información nueva. Fue muy difícil traer este gigantesco material y la teología, que en parte es difícil de entender para los legos, o por ejemplo también los eventos del Concilio, a un lenguaje que hace que el libro sea emocionante. Como he escuchado de muchos lectores, esto obviamente ha tenido éxito. Siento que el libro se haya vuelto tan extenso. Pero ya he acortado 300 páginas. Es una gran historia.

Estamos orgullosos de publicar su libro porque creemos que usted es quien mejor conoce al Papa emérito. ¿Qué descubrió mientras escribía esta biografía y qué es lo que quiere conservar?

He acompañado a Joseph Ratzinger como periodista durante casi 30 años. Pero sólo a través del examen intensivo de la historia de su vida me di cuenta de él, lo que este hombre ha logrado para su iglesia y su fe en una biografía sin precedentes y lo que la disposición a sufrir estaba asociada a ello. Precisamente porque nunca fue la corriente principal, sino que siguió siendo un espíritu crítico e incómodo. La diferencia con muchos otros autores es que los análisis de Ratzinger fueron precisos. Se han probado a sí mismos a lo largo de las décadas.

Lo que también fue nuevo para mí era la contribución de Ratzinger a las reformas del Concilio Vaticano II, mucho mayor de lo que habíamos conocido anteriormente. Se puede decir: sin su contribución, el Consejo en su forma progresiva nunca habría existido.  A través del trabajo en la biografía del Papa me di cuenta de la valentía y la línea recta con la que defendía los principios del catolicismo, incluso al precio de la popularidad. Y con qué humildad asumió también tareas al servicio de la Iglesia a las que nunca había aspirado. Ya sea como obispo, prefecto de fe o Papa.

Ciertamente, hay diferencias de opinión sobre Benedicto XVI. Lo especial de él es que todos los ataques que recibió, todos los intentos de presentarlo al público como una marioneta, no pudieron evitar que se convirtiera, con sus millones de ejemplares, en el teólogo más leído de los tiempos modernos – y para innumerables fieles un icono de verdadera catolicidad y fidelidad al mensaje de Cristo-. Gente de todas las denominaciones e incluso ateos aprecian su inteligencia, su alta cultura, la voluntad de dialogar y por último, pero no menos importante, su forma de escribir, que lleva algo de música en su interior. Eso permanecerá. Al igual que su innovadora trilogía sobre Jesús y el histórico acto de resignación con el que cambió el papado. Creo que ya no habrá nadie como Benedicto XVI en la Cátedra de Pedro.

Benedicto XVI en más de 1000 páginas… ¿Con qué breve definición de Benedicto XVI lo presentaría al mundo?

Eso es difícil. Joseph Ratzinger es tan diverso y ha trabajado en posiciones muy diferentes durante muchas décadas que es imposible exprimir su trabajo en una definición corta. El «Süddeutsche Zeitung» una vez lo clasificó de esta manera: «No encaja en ningún cliché, ni el conservador ni el progresista». Ratzinger era «simplemente católico, con cuerpo y alma, una especie de navegante con una bata púrpura». Y esto fue especialmente cierto en el momento en que él, como pastor supremo, lideró la Iglesia Católica mundial con un claro liderazgo. Con él, todo el mundo sabía dónde estaba y que todo lo que representaba podría ser incómodo a veces, pero correspondía fielmente al mensaje del Evangelio, las enseñanzas de la Iglesia y los resultados del Concilio Vaticano II.

Podríamos decir que Benedicto XVI es uno de los principales intelectuales de nuestro tiempo, una voz autorizada de la razón y la fe, y, además, un maestro espiritual de las altas gracias que ayuda a la gente a conocer a Dios y a encontrarse a sí misma. Además, también es un destacado escritor espiritual. A alguien se le ocurrió la idea de proponerlo para el Premio Nobel de Literatura.

Siempre piensas que el Papa vive en una burbuja. ¿Qué fue lo que te acercó especialmente a él?

La imagen del Papa en una jaula dorada es común, pero es un cliché. En lo que respecta a Benedicto XVI, probablemente haya pocas personas que hayan tenido y sigan teniendo tantos contactos como él. Ya hasta su época de obispo, la colección de su correspondencia contiene 30.000 cartas. Ratzinger siempre estuvo bien informado, como Prefecto y como Papa. AComo emérito de 93 años, todavía sigue los eventos en la iglesia y el mundo muy intensamente. Me impresionó especialmente su disposición a aceptar a personas que no son de su convicción. Yo había dejado la Iglesia y de joven me había comprometido con el comunismo. No he conocido a nadie tan inteligente y al mismo tiempo tan simple y accesible; nadie que pudiera escucharte mejor y responderte con mayor precisión.

Su libro cuenta la vida entera de un hombre que tenía dos nombres: Ratzinger y Benedikt. ¿Hay dos biografías, Ratzinger y Benedicto?

No. El trabajo y las enseñanzas de Benedicto XVI muestran una impresionante continuidad y unidad. Su línea ya estaba establecida como un joven profesor, y nada ha cambiado. La historia del antiguo Ratzinger progresista, que a través de un «trauma» se ha convertido en un Ratzinger conservador a reaccionario, es una leyenda negra. Como prefecto de Fe tuvo una tarea muy difícil. Esa no es una posición para ser popularizada. También carecía de la comunicación correcta aquí, una y otra vez. Pero como Papa, el mundo podía ver cómo era realmente Ratzinger. Y que permaneció igual, sin importar su dignidad. No es vanidoso, ni tiene un aura estrictamente autoritaria. Todos los que lo han conocido personalmente informan de su amabilidad y ayuda. Esto ya es evidente en el ejemplo de Cristo, a quien Ratzinger ha tratado de seguir desde su infancia.

Su tarea es acercarnos a una figura extraordinaria de la historia de la iglesia. ¿Qué deberíamos recibir del trabajo de Benedicto XVI y su contribución a la Iglesia?

En última instancia, la historia juzgará la importancia de Benedicto XVI más allá de nuestro tiempo. Puedo imaginar que un día veremos en él al maestro eclesiástico de la modernidad, un hombre cuyo trabajo será una ayuda esencial para reconocer los errores de nuestro tiempo y un elemento indispensable para la reconstrucción de la Iglesia. Una cosa es cierta: ha llevado al papado a una nueva era y, como constructor de puentes entre lo viejo y lo nuevo, ha marcado el rumbo. Sería fatal para la Iglesia y el mundo ignorar su palabra.

 

Ludwig Monti: «Las respuestas a las preguntas de Jesús tenemos que buscarlas en el corazón»

Preguntas eternas y universales. Interpelantes y hondas cuyas respuestas están en el corazón. Así son las preguntas de Jesús a sus discípulos, a sus seguidores y al pueblo. El biblista Ludwig Monti recoge en su último libro Las preguntas de Jesús más de 200 cuestiones planteadas a lo largo de su vida de las que dan testimonio los cuatro evangelistas. El autor las selecciona y ordena según la temática y según el destinatario al que van dirigidas. En el prólogo, Enzo Bianchi, fundador de la Comunidad de Bose a la que pertenece el autor, reconoce que hacer preguntas es un arte porque se trata de hablar a un destinatario e inducirle a escuchar. «Jesús no imponía, no ordenaba ni la vocación ni la conversión, y mucho menos sustituía a la conciencia personal de aquel que le dirigía la palabra, sino que planteaba preguntas con sabiduría: abría un camino, iniciaba un proceso, ponía en tela de juicio certezas y costumbres, invitaba a una fe pensada». En este libro, Ludwig Monti guía en esta sabia manera de dirigirse Jesús. Las respuestas, en el corazón de cada lector.

Usted escribió este libro observando las preguntas que Jesús hizo a lo largo de los evangelios y a quiénes iban dirigidas… ¿Fue más difícil encontrar las preguntas o las respuestas?

Sin duda, era más difícil encontrar las respuestas. En cuanto a las preguntas, bastaba con repasar los evangelios y extraerlas. Las respuestas, en cambio, tenemos que buscarlas en nuestro corazón, también porque Jesús casi siempre no las da. Deja las preguntas abiertas, nos invita a responderlas, es decir, a la responsabilidad, porque él es «la pregunta a todas nuestras respuestas».

De todas las preguntas, ¿cuál es la que más le resuena, como creyente, y por qué?

Yo diría que dos preguntas. Primero: «¿Quién dices que soy?». Una pregunta eterna, que me obliga a reconciliarme cada día con quien es Jesucristo en la vida. Quien es para mí en un nivel existencial, relacional, práctico, no intelectual.

La segunda es: «¿Cómo se lee?». Esta es una pregunta que siempre me inquieta en mi trabajo como biblista, y que me llama al laborioso y apasionado trabajo de interpretar las Sagradas Escrituras, la Biblia. Jesús mismo lo hizo, porque toda su vida fue básicamente una interpretación ininterrumpida de las Escrituras y de los rostros de Dios contenidos en ellas.

¿Cómo aconseja al lector que lea su libro?

Veo dos posibilidades, entre otras muchas. O bien, sigue el orden en que se presentan las preguntas, de evangelio a evangelio. O para hojear el índice y encontrar la que mejor se adapte a su viaje humano y espiritual en ese día. Siempre, sin embargo, es necesario hacer el trabajo de reinterpretar y aplicar la pregunta a la propia vida. No doy respuestas, ayudo a profundizar en la pregunta.

Finalmente, la pregunta de Jesús a Dios… ¿es la más universal?

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Esta pregunta resuena en la cruz, como una de las últimas palabras de Jesús, y es el comienzo del famoso Salmo 22. No lo he comentado en este libro, porque ya lo había hecho en mi extenso comentario sobre los Salmos (Los Salmos: oración y vida, Qiqajon, Magnano 2018, pp. 283-288). Es una pregunta que nos hace estar cerca de Jesús, en la duda y la fatiga de la fe. Pero también es una pregunta que encierra en sí misma su gran confianza, porque el salmo conduce a esta confesión: «Tú, oh Dios, me has respondido».