En tiempo de Pascua, hablar de Símbolos de resurrección es casi obligado. El nuevo libro de Jaime Tatay acaba de salir a la luz mostrando a través de breves reflexiones imágenes de esperanza. Siguiendo la línea de La llegada de un Dios salvaje de reflexiones cortas, más que una obra aislada es un proyecto con tres años de historia inspirado en la tradición de los libros de la revelación cristiana. De ahí que la estructura siga los citados textos: Libro de la creación, que sería la primera parte, y Libro de la Experiencia Humana, la segunda. «Dios se ha comunicado y se sigue comunicando en el libro interior de nuestros sentimientos, de nuestras experiencias y de nuestras memorias. Ahí también hay mensajes y signos que nos permiten acceder al mensaje que Dios nos transmite», comenta.
El libro comienza con una imagen bonita y muy evocadora: la fotografía de un hombre alcanzando la cumbre de una montaña abre el libro. ¿Qué sentido tiene una imagen así cuando el título hace el anuncio de símbolos de resurrección?
Las fotografías son de un buen amigo fotógrafo profesional, Alberto Diloy. Él ilustra gráficamente mis reflexiones. El pastor que sube la montaña es una foto bonita que evoca, en mi opinión, la idea de ascenso y de elevación. Subiendo no se sabe hacia donde. Y evoca la idea de esfuerzo. Hay un tercer significado: el sentido de encuentro y de la trascendencia. La montaña, la nube, lo alto…lugares privilegiados de encuentro con la divinidad. Moisés y Jesús en el monte Tabor, tantos relatos que acontecen en lo alto de una montaña. De alguna manera es el lugar a donde me gustaría acompañar al lector, hacia una reflexión trascendente que va más allá de las cosas cotidianas y de las experiencias diarias y que son capaces de elevarnos. Esa es la experiencia de la resurrección: trascender lo cotidiano para elevarnos.
Eres un autor a veces más académico, otras, más docente y personal. ¿Cuánto hay de ti en lo personal y cuánto de profesor?
Doy clases en la universidad y tengo que investigar y escribir como docente. Y también soy sacerdote, con lo que tengo una experiencia pastoral distinta con elementos comunes. Y una tercera capa, si quieres, es la personal biográfica. Es muy difícil desligar unas de otras. No nos podemos desmembrar. Todo lo que hacemos tiene su huella biográfica. Hay reflexiones que nacen de la lectura de un libro pero que tratan de trascender ese acontecimiento o esa experiencia. Unas veces parto de una experiencia personal y otras de un artículo o ensayo académico.
El primer capítulo es el reflejo del símbolo de resurrección muy esperanzador: la recuperación medioambiental de Chernobil. ¿Lo has escogido precisamente en este momento en que Ucrania vive su peor pesadilla?
Ha sido coincidencia. Cuando enviamos a imprenta el libro en septiembre no podíamos sospechar la guerra. Una historia que yo conocía por otros cauces e ilustra muy bien lo que tiene como objetivo el libro. Cómo del desastre ecológico puede surgir vida y esperanza. La sincronización ha sido perfecta, por desgracia.
Este libro hace un milagro, porque cuando terminas de leerlo buscas tus propios símbolos de resurrección.
Creo que esa es la experiencia de cualquier escritor porque todo lo que escribes es susceptible de ser modificado. Es un proceso que está abierto. Es un texto de ventanas abiertas al ser una colección de reflexiones todavía más. He de confesar que estos textos lo he escrito yo pero muchas ideas no son mías. Proceden de una lectura, de la idea de un amigo, de las redes sociales, de una exposición… Es un conjunto de materiales que le voy dando una forma narrativa personal. Resuenan con la propia experiencia. Leer y escribir es un gran flujo en el que todos participamos en la medida en que hemos recibido un lenguaje que no es nuestro y lo recreamos y lo devolvemos a ese gran cauce. El proceso creativo es un compartir y un reelaborar.
Tu narrativa se sirve de figuras muy personales: «catalizadores del Reino», «drenaje espiritual», «fronteras y ecotonos». Trasladas a tu universo términos tecnológicos, científicos y ofreces esa visión distinta de lo cotidiano.
Para mi el trabajo más fecundo consiste en traer términos de un ámbito a otro ámbito. Un término del ámbito de la química o de la biología que tiene un significado nuevo. Esa es una labor de intérpretes e innovación. Es un proceso que siempre está en la literatura y en el arte porque todo creador traslada a un nuevo contexto.
¿Hay alguna de estas figuras con las que te sientas más identificado?
Me gusta mucho «drenaje espiritual». Desde niño me gusta la botánica, el mundo agrícola y forestal y es algo en lo que me fijo. Esa visión de la espiritualidad como un proceso lento, con el crecimiento vegetal, y que requiere de cuidado, como es el riego, con una dosificación, ni exceso ni falta de agua, para mi es muy inspirador y porque me ha ayudado a mi propia vida espiritual….Es algo que encontramos en la tradición cristiana.
¿Tus figuras y tu modo de expresar y de acercarte a la realidad crees que son un puente para llegar a los jóvenes o no lo haces con esa intencionalidad?
Me gustaría que llegara a todas la comunidad cristiana que esté interesada en reflexionar sobre la espiritualidad cristiana. Si llega a los jóvenes fenomenal.
Entre todos tus relatos, destaca tu inspiración en la naturaleza. Son muy ricas tus reflexiones en torno a la naturaleza.
Hay todo un género que está en expansión conocida como «escritura de la naturaleza». No es una novela sino que la naturaleza se convierte en la protagonista principal. Es una reflexión humanista que se acerca a la naturaleza como sujeto no simplemente como escenario. Y este género trae al primer plano a la naturaleza con voz propia. Mi libro tiene algún elemento que comparte con esa corriente literaria con la que quiere dialogar, aunque lo hace desde una tradición particular que es la de la espiritualidad cristiana.
Un libro, ¿puede convertirse en símbolo de resurrección?
Claro que sí. A cuántos nos han acompañado los libros a lo largo de nuestras vidas. Cuántos libros han pasado a formar parte de nuestra historia. Los libros son sostén y forman parte de nuestra memoria y pueden ser símbolos de resurrección y alimento de la fe. Ojalá este libro también lo sea.
El libro no tiene dedicatoria, sin embargo, ¿hay alguien en mente a quien quieras dedicar el libro?
No se lo he dedicado a nadie peo ya que me preguntas dedicárselo a mi familia, en especial a mis padres que han leído con mucha ilusión todo lo que escribo. Y en segundo lugar a la Compañía de Jesús que es mi segunda familia y que me ha permitido formarme y me ha dado el tiempo y los recursos para poder escribir.
Para el teólogo de la Universidad Pontificia Comillas Gabino Uríbarri SJ existe un gran reto: ofrecer una pastoral a los jóvenes que supere las enormes dificultades de fe y de espiritualidad líquida. Con su nuevo libro Jesucristo para los jóvenes. Claves pastorales para un mundo líquido, se propone desgranar esas claves. Para ello aborda tres frentes: la iglesia y su lenguaje; la dimensión cristológica y la liturgia. El libro ofrece esas claves de las que pueden servirse los agentes de pastoral juvenil para que Dios cale en sus corazones.
- El título de su libro, Jesucristo para jóvenes, suscita muchas preguntas: si hay un Jesucristo para cada edad y nos presenta el de los jóvenes; o si se trata de configurar el Jesucristo en el que pueden creer los jóvenes. En realidad, ¿a qué responde?
-Los jóvenes hoy en día forman una subcultura. Poseen una idiosincrasia particular. En ellos se dan dificultades específicas a la hora de acceder a la fe: la espiritualidad líquida, entre ellas. El libro intenta diagnosticar las más relevantes y buscar elementos de la fe cristiana para sugerir pistas desde donde se pueden afrontar esas dificultades específicas.
No hay un Jesucristo para cada edad, aunque en cada edad un aspecto suyo pueda ser más relevante.
- Anuncia, en la introducción del libro, que su propuesta va en sintonía con el sínodo dedicado a los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional y con una síntesis de dos de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús aprobadas por el papa Francisco en 2019. La primera comienza así: «Mostrar el camino hacia Dios». La tercera dice: «Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador». Un tema inquietante en la actualidad y que muestra una necesidad clara, no tanto las respuestas. ¿Qué ofrece este libro y a qué lector va dirigido?
-El libro va dirigido, en primer lugar, a todos aquellos que trabajan pastoralmente con jóvenes, en el nivel o el modo que sea: parroquias, colegios, universidades, movimientos, cofradías. Con alguna ayuda, también puede ser útil para los universitarios que participen en grupos de fe. Más allá, muchos creyentes pueden encontrar una ayuda y un refuerzo de su fe.
Lo que el libro pretende ofrecer son claves y pistas desde la fe cristiana para enfocar la pastoral juvenil en cuatro áreas fundamentales, interrelacionadas, relativas a los jóvenes líquidos. ¿Qué Iglesia? ¿Qué lenguaje de la fe? ¿Qué Cristo? ¿Qué liturgia? Se busca un equilibrio entre la verdad de la fe cristiana y el puente más transitable hacia los jóvenes y para los jóvenes de hoy en día, para ofrecerles la posibilidad de recorrer ese espacio juntos: de su modo de ser al encuentro con Jesucristo.
- La primera parte ofrece un perfil del joven hoy desde una perspectiva «amorosa», porque si no es desde ese respeto no se sabrá a quiénes va dirigida la pastoral. ¿Cree que esa falta de escucha ha provocado el desfase y desconexión entre jóvenes y pastoral y, por tanto, la desconexión de los jóvenes al mensaje?
–La escucha siempre es necesaria. En un tiempo de cambios tan rápidos como se dan hoy en día, de fragmentación cultural y de subculturas lo es todavía más. Es corriente hablar de sociedad post-cristiana y de secularización. Esta situación ha producido de hecho una enorme distancia afectiva e intelectual de modo casi estructural entre los jóvenes y la fe cristiana. Por eso, es necesario salir de nosotros mismos y contemplar amorosamente a los jóvenes. Estimo que es una condición previa a una posible transmisión de la fe.
- En el libro late la pregunta cómo ser Iglesia evangelizadora para estos jóvenes y con estos jóvenes? En realidad, una de las tantas preguntas que usted se hace en este libro y que sí propone respuestas. Desde su punto de vista, ¿cuál es la respuesta clave? ¿Su libro es un punto de partida del que nacerán nuevas respuestas?
-Lo principal es ayudar a los jóvenes a que ellos mismos tengan un encuentro en profundidad con Jesucristo. Ahí está la clave. Por eso se la Iglesia ha de poner los medios para ese encuentro por encima de todo: de exigencias doctrinales o morales. Eso vendrá después, con el tiempo y la maduración. En concreto: la Iglesia, el lenguaje, la liturgia, el aspecto que se privilegie de la fe cristológica ha de caminar en la dirección de facilitar el encuentro con un Cristo verdadero, no recortado. Más técnicamente, la Iglesia ha de ofrecer una mistagogía: una guía para el encuentro con el Misterio de Cristo.
-No se ofrecen «platos precocinados». El libro pretende dar criterios y claves asentadas en la fe cristiana, para que luego se adapten creativamente a cada situación particular, según los tiempos, las personas y las posibilidades. Es ese sentido, estaría muy contento si desde aquí se fecundaran muchas respuestas.
El periodista alemán Peter Seewald lleva casi 30 años acompañando a Joseph Ratzinger profesionalmente. Nadie más idóneo que él para escribir un libro de dimensiones historiográficas como Benedicto XVI, una vida. Su trayectoria profesional está marcada por diversos hitos: la dirección del periódico Der Spiegel, entre 19881-1987. Su trabajo de redacción en Stern y en el semanario de Süddeutsche Zeitung. Y cómo no, su primera entrevista al cardenal Joseph Ratzinger en 1996, prefecto entonces para la Congregación para la Doctrina de la Fe.
De este primer encuentro nació una afinidad que se reflejó en el primer libro dedicado a Ratzinger: La sal de la tierra. Una obra escrita en colaboración con su protagonista escrita con la intención de retratarle fuera del marco ya extendido de Panzer cardenal o Gran Inquisidor. Además del giro profesional experimentó su propia conversión religiosa. Regresó al seno de la Iglesia Católica, aquella en la que fue educado en Baviera y de la que se distanció a los 19 años de edad para seguir la estela de marxismo. Con 42 años de edad, en plena madurez profesional, su regreso le acercó más aún a Ratzinger y asumió la misión de desenmascarar lo que ha llamado escandalosas manipulaciones orquestadas para oscurecer su imagen ante la opinión pública. Y ante nuevos proyectos literarios, fue descubriendo al hombre en tiempos de guerra; al sacerdote apodado el Mózart de la teología, al prefecto inspirado en el Evangelio y al papa teórico que se enfrentó con análisis certeros al irrefrenable proceso de secularización.
La biografía de Benedicto XVI es el resultado de mucho trabajo: entrevistas, selección, orden y redacción, entre otros. ¿Qué parte del proceso fue la más difícil para usted y por qué?
Sí, fue un enorme desafío. Si hubiera sabido lo que se avecinaba, probablemente nunca habría empezado. Pero una historia de vida tan única y significativa como la de Joseph Ratzinger debe abrumar a todos los biógrafos. Su trabajo es casi inmanejable. Además, las conversaciones con alrededor de cien testigos contemporáneos y con el propio Papa Benedicto han sacado a la luz mucha información nueva. Fue muy difícil traer este gigantesco material y la teología, que en parte es difícil de entender para los legos, o por ejemplo también los eventos del Concilio, a un lenguaje que hace que el libro sea emocionante. Como he escuchado de muchos lectores, esto obviamente ha tenido éxito. Siento que el libro se haya vuelto tan extenso. Pero ya he acortado 300 páginas. Es una gran historia.
Estamos orgullosos de publicar su libro porque creemos que usted es quien mejor conoce al Papa emérito. ¿Qué descubrió mientras escribía esta biografía y qué es lo que quiere conservar?
He acompañado a Joseph Ratzinger como periodista durante casi 30 años. Pero sólo a través del examen intensivo de la historia de su vida me di cuenta de él, lo que este hombre ha logrado para su iglesia y su fe en una biografía sin precedentes y lo que la disposición a sufrir estaba asociada a ello. Precisamente porque nunca fue la corriente principal, sino que siguió siendo un espíritu crítico e incómodo. La diferencia con muchos otros autores es que los análisis de Ratzinger fueron precisos. Se han probado a sí mismos a lo largo de las décadas.
Lo que también fue nuevo para mí era la contribución de Ratzinger a las reformas del Concilio Vaticano II, mucho mayor de lo que habíamos conocido anteriormente. Se puede decir: sin su contribución, el Consejo en su forma progresiva nunca habría existido. A través del trabajo en la biografía del Papa me di cuenta de la valentía y la línea recta con la que defendía los principios del catolicismo, incluso al precio de la popularidad. Y con qué humildad asumió también tareas al servicio de la Iglesia a las que nunca había aspirado. Ya sea como obispo, prefecto de fe o Papa.
Ciertamente, hay diferencias de opinión sobre Benedicto XVI. Lo especial de él es que todos los ataques que recibió, todos los intentos de presentarlo al público como una marioneta, no pudieron evitar que se convirtiera, con sus millones de ejemplares, en el teólogo más leído de los tiempos modernos – y para innumerables fieles un icono de verdadera catolicidad y fidelidad al mensaje de Cristo-. Gente de todas las denominaciones e incluso ateos aprecian su inteligencia, su alta cultura, la voluntad de dialogar y por último, pero no menos importante, su forma de escribir, que lleva algo de música en su interior. Eso permanecerá. Al igual que su innovadora trilogía sobre Jesús y el histórico acto de resignación con el que cambió el papado. Creo que ya no habrá nadie como Benedicto XVI en la Cátedra de Pedro.
Benedicto XVI en más de 1000 páginas… ¿Con qué breve definición de Benedicto XVI lo presentaría al mundo?
Eso es difícil. Joseph Ratzinger es tan diverso y ha trabajado en posiciones muy diferentes durante muchas décadas que es imposible exprimir su trabajo en una definición corta. El «Süddeutsche Zeitung» una vez lo clasificó de esta manera: «No encaja en ningún cliché, ni el conservador ni el progresista». Ratzinger era «simplemente católico, con cuerpo y alma, una especie de navegante con una bata púrpura». Y esto fue especialmente cierto en el momento en que él, como pastor supremo, lideró la Iglesia Católica mundial con un claro liderazgo. Con él, todo el mundo sabía dónde estaba y que todo lo que representaba podría ser incómodo a veces, pero correspondía fielmente al mensaje del Evangelio, las enseñanzas de la Iglesia y los resultados del Concilio Vaticano II.
Podríamos decir que Benedicto XVI es uno de los principales intelectuales de nuestro tiempo, una voz autorizada de la razón y la fe, y, además, un maestro espiritual de las altas gracias que ayuda a la gente a conocer a Dios y a encontrarse a sí misma. Además, también es un destacado escritor espiritual. A alguien se le ocurrió la idea de proponerlo para el Premio Nobel de Literatura.
Siempre piensas que el Papa vive en una burbuja. ¿Qué fue lo que te acercó especialmente a él?
La imagen del Papa en una jaula dorada es común, pero es un cliché. En lo que respecta a Benedicto XVI, probablemente haya pocas personas que hayan tenido y sigan teniendo tantos contactos como él. Ya hasta su época de obispo, la colección de su correspondencia contiene 30.000 cartas. Ratzinger siempre estuvo bien informado, como Prefecto y como Papa. AComo emérito de 93 años, todavía sigue los eventos en la iglesia y el mundo muy intensamente. Me impresionó especialmente su disposición a aceptar a personas que no son de su convicción. Yo había dejado la Iglesia y de joven me había comprometido con el comunismo. No he conocido a nadie tan inteligente y al mismo tiempo tan simple y accesible; nadie que pudiera escucharte mejor y responderte con mayor precisión.
Su libro cuenta la vida entera de un hombre que tenía dos nombres: Ratzinger y Benedikt. ¿Hay dos biografías, Ratzinger y Benedicto?
No. El trabajo y las enseñanzas de Benedicto XVI muestran una impresionante continuidad y unidad. Su línea ya estaba establecida como un joven profesor, y nada ha cambiado. La historia del antiguo Ratzinger progresista, que a través de un «trauma» se ha convertido en un Ratzinger conservador a reaccionario, es una leyenda negra. Como prefecto de Fe tuvo una tarea muy difícil. Esa no es una posición para ser popularizada. También carecía de la comunicación correcta aquí, una y otra vez. Pero como Papa, el mundo podía ver cómo era realmente Ratzinger. Y que permaneció igual, sin importar su dignidad. No es vanidoso, ni tiene un aura estrictamente autoritaria. Todos los que lo han conocido personalmente informan de su amabilidad y ayuda. Esto ya es evidente en el ejemplo de Cristo, a quien Ratzinger ha tratado de seguir desde su infancia.
Su tarea es acercarnos a una figura extraordinaria de la historia de la iglesia. ¿Qué deberíamos recibir del trabajo de Benedicto XVI y su contribución a la Iglesia?
En última instancia, la historia juzgará la importancia de Benedicto XVI más allá de nuestro tiempo. Puedo imaginar que un día veremos en él al maestro eclesiástico de la modernidad, un hombre cuyo trabajo será una ayuda esencial para reconocer los errores de nuestro tiempo y un elemento indispensable para la reconstrucción de la Iglesia. Una cosa es cierta: ha llevado al papado a una nueva era y, como constructor de puentes entre lo viejo y lo nuevo, ha marcado el rumbo. Sería fatal para la Iglesia y el mundo ignorar su palabra.
Preguntas eternas y universales. Interpelantes y hondas cuyas respuestas están en el corazón. Así son las preguntas de Jesús a sus discípulos, a sus seguidores y al pueblo. El biblista Ludwig Monti recoge en su último libro Las preguntas de Jesús más de 200 cuestiones planteadas a lo largo de su vida de las que dan testimonio los cuatro evangelistas. El autor las selecciona y ordena según la temática y según el destinatario al que van dirigidas. En el prólogo, Enzo Bianchi, fundador de la Comunidad de Bose a la que pertenece el autor, reconoce que hacer preguntas es un arte porque se trata de hablar a un destinatario e inducirle a escuchar. «Jesús no imponía, no ordenaba ni la vocación ni la conversión, y mucho menos sustituía a la conciencia personal de aquel que le dirigía la palabra, sino que planteaba preguntas con sabiduría: abría un camino, iniciaba un proceso, ponía en tela de juicio certezas y costumbres, invitaba a una fe pensada». En este libro, Ludwig Monti guía en esta sabia manera de dirigirse Jesús. Las respuestas, en el corazón de cada lector.
Usted escribió este libro observando las preguntas que Jesús hizo a lo largo de los evangelios y a quiénes iban dirigidas… ¿Fue más difícil encontrar las preguntas o las respuestas?
Sin duda, era más difícil encontrar las respuestas. En cuanto a las preguntas, bastaba con repasar los evangelios y extraerlas. Las respuestas, en cambio, tenemos que buscarlas en nuestro corazón, también porque Jesús casi siempre no las da. Deja las preguntas abiertas, nos invita a responderlas, es decir, a la responsabilidad, porque él es «la pregunta a todas nuestras respuestas».
De todas las preguntas, ¿cuál es la que más le resuena, como creyente, y por qué?
Yo diría que dos preguntas. Primero: «¿Quién dices que soy?». Una pregunta eterna, que me obliga a reconciliarme cada día con quien es Jesucristo en la vida. Quien es para mí en un nivel existencial, relacional, práctico, no intelectual.
La segunda es: «¿Cómo se lee?». Esta es una pregunta que siempre me inquieta en mi trabajo como biblista, y que me llama al laborioso y apasionado trabajo de interpretar las Sagradas Escrituras, la Biblia. Jesús mismo lo hizo, porque toda su vida fue básicamente una interpretación ininterrumpida de las Escrituras y de los rostros de Dios contenidos en ellas.
¿Cómo aconseja al lector que lea su libro?
Veo dos posibilidades, entre otras muchas. O bien, sigue el orden en que se presentan las preguntas, de evangelio a evangelio. O para hojear el índice y encontrar la que mejor se adapte a su viaje humano y espiritual en ese día. Siempre, sin embargo, es necesario hacer el trabajo de reinterpretar y aplicar la pregunta a la propia vida. No doy respuestas, ayudo a profundizar en la pregunta.
Finalmente, la pregunta de Jesús a Dios… ¿es la más universal?
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Esta pregunta resuena en la cruz, como una de las últimas palabras de Jesús, y es el comienzo del famoso Salmo 22. No lo he comentado en este libro, porque ya lo había hecho en mi extenso comentario sobre los Salmos (Los Salmos: oración y vida, Qiqajon, Magnano 2018, pp. 283-288). Es una pregunta que nos hace estar cerca de Jesús, en la duda y la fatiga de la fe. Pero también es una pregunta que encierra en sí misma su gran confianza, porque el salmo conduce a esta confesión: «Tú, oh Dios, me has respondido».
Una pedagogía con 422 años de historia actualizada al siglo XXI. En 1599, la Ratio Studiorum -Plan de Estudios- sentó las bases para que los primeros jesuitas dispusieran de las herramientas pedagógicas en la transmisión de su experiencia espiritual que transformó sus vidas, en mejores cristianos y mejores seres humanos. En este 2021, el jesuita Johnny Go publica el libro que da continuidad a esa vocación, aunque con la renovación, innovación, reinterpretación y reinvención precisa para el siglo XXI. Aprender por refracción- Una guía docente para la pedagogía ignaciana del siglo XXI es una herramienta y un recurso potente para todo el que esté interesado en la pedagogía ignaciana hoy en día.
- Situemos a los profesores de los centros de pedagogía ignaciana en la clave de su propuesta. Gracias al subtítulo – Una guía docente para la pedagogía ignaciana del siglo XXI – apuntamos al núcleo del título: Aprender por refracción. ¿No le miran con extrañeza cuando escuchan este término ‘refracción’? ¿Por qué se eligió esta denominación? ¿Cuál es su significado para este contexto?
Precisamente, este título está destinado a intrigar a la gente. Hay varias razones por las que decidimos utilizar esta etiqueta para este nuevo enfoque de la pedagogía ignaciana:
1- Queríamos un nombre que sugiriese algo nuevo porque «aprender por refracción» es un enfoque e interpretación novedoso. Buscábamos una etiqueta que pudiera causar curiosidad para que nuestros maestros no pongan los ojos en blanco y piensen: «¡Aquí vamos de nuevo!» El título fue elegido para comunicar una nueva interpretación de la pedagogía ignaciana, relevante para el siglo XXI.
2- En nuestra opinión, la refracción es una metáfora adecuada para el tipo de aprendizaje que queremos promover en la pedagogía ignaciana. El significado científico de refracción se refiere al fenómeno cuando la luz se dobla cuando pasa a través de un medio como el agua. Cuando un estudiante aprende algo, no queremos que simplemente refleje todo del maestro al 100%. Queremos que modifique el contenido, lo cambie y lo haga propio construyendo su propio significado. En resumen, esperamos que «refracte» el contenido.
- Refracción ahora es extraño pero intuyo que llega para quedarse y establecerse en los entornos educativos ignacianos. Que los educadores se empapen como también se empapan por dentro de la espiritualidad ignaciana. ¿Qué aporta a un profesor, a un maestro de cualquier parte del mundo esta herramienta? ¿Qué le distingue de otras?
Hay muchos documentos valiosos sobre la pedagogía ignaciana que pueden ayudar a los profesores a aprender cómo implementarla en su práctica. Sin embargo, lo que distingue al libro Learning by Refraction es que es un cuaderno de ejercicios,. Una herramienta práctica que los profesores pueden utilizar y consultar si quieren aprender sobre la pedagogía ignaciana y reflexionar sobre cómo la están utilizando. Además, si bien el libro se basa en investigaciones académicas, también se basa en la «sabiduría de la práctica» de los educadores ignacianos que hemos consultado, en base a su vasta experiencia, los conocimientos que han acumulado y las lecciones que han aprendido. Queríamos escribir un libro que fuera fácil de usar porque, como saben, los profesores son las personas más ocupadas y trabajadoras del mundo.
- De alguna manera, parece que se trata de la aplicación de criterios de innovación a la tradicional pedagogía ignaciana. ¿Su propuesta en qué innova y qué conserva de la tradición?
El libro es un intento de basar la innovación en la tradición: la tradición educativa jesuita. Según el espíritu de la pedagogía ignaciana, el aprendizaje y la enseñanza que llevamos a cabo en nuestras aulas deben, ante todo, estar enraizados en nuestra espiritualidad. El enfoque del Aprender por refracción utiliza los elementos de la pedagogía ignaciana: contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación. Pero nos basamos en las últimas investigaciones educativas y en la sabiduría de nuestros profesionales para profundizar en nuestra comprensión de estos elementos. Entonces, ¿cómo debería ser, por ejemplo, la experiencia del estudiante en un aula ignaciana? ¿Cómo promovemos eficazmente la reflexión entre nuestros alumnos sin simplemente hablar sobre ella? ¿Y cómo incorporamos la acción en nuestras clases para que nuestros estudiantes realmente apliquen lo que han aprendido en el mundo real?
Así que este libro continúa enfatizando el propósito superior del aprendizaje, de la educación jesuita: más allá del desarrollo académico, está la formación holística y personal de nuestros estudiantes para que puedan ser personas para otros y construir un mundo diferente. El aprendizaje por refracción tiene como objetivo fortalecer estas características innegociables de la educación jesuita innovando de las siguientes maneras: extrayendo de lo que entendemos hoy sobre el aprendizaje y la enseñanza efectivos y ofreciendo al maestro una caja de herramientas que pueda ayudarlo a implementar mejor la Pedagogía Ignaciana.
- Su libro es tan práctico que guarda los espacios en blanco para que el docente repiense y se autoevalúe, empieza desde ya la refracción…. Para que pueda ponerse en práctica, ¿piden a los profesores que cambien su pedagogía? ¿Qué tiene que cambiar y ‘aprender’ el profesor para aplicarla?
No estamos prescribiendo ningún tipo de cambio a nuestros profesores. Más bien, simplemente les estamos dando la oportunidad de reflexionar sobre su práctica, de participar en la Evaluación, de usar el lenguaje de la Pedagogía Ignaciana. Creemos que los propios profesores son los que mejor juzgan qué tipo de cambio y mejora deben y pueden hacer en su práctica de la pedagogía ignaciana. Por lo tanto, puede pensar en el libro como un «supermercado de educación». Compre lo que necesite para en mejorar la pedagogía ignaciana en su aula. En resumen, si este libro ayuda a los profesores a convertirse en practicantes reflexivos, independientemente de lo que decidan hacer, hemos cumplido nuestra misión.
- En este campo educativo deja clara la existencia de la conexión profesor-alumno-mundo. Por tanto el aula ya no es ese espacio tradicional profesor-alumno que requiere de nuevas herramientas educativas: ¿De qué manera, Aprender por refracción responde a ese mundo integrado de pleno en el aula a través internet?
El año pasado, debido a la pandemia, todos los profesores se vieron repentinamente incluidos en algún tipo de experiencia de enseñanza global. Muchos preguntaron si la pedagogía ignaciana seguiría siendo efectiva o incluso relevante cuando enseñamos en el entorno virtual. Sorprendentemente, la respuesta es SÍ. La Pedagogía Ignaciana no solo es aplicable en el aula digital, sino que se convierte en una guía muy importante para los profesores que están aprendiendo a diseñar sus clases online.
La atención al contexto de los estudiantes, el esfuerzo deliberado para diseñar su experiencia, la insistencia en darles tiempo y la guía para hacer una pausa y reflexionar, y finalmente el enfoque en anclar cada lección en la aplicación y, finalmente, la evaluación constante para mejorar la práctica. –todos son muy útiles para el profesor digital. Nos complace observar que el enfoque de aprendizaje por refracción fue bastante efectivo en el entorno virtual.
- Mesa apunta que Aprender por refracción muestra cómo usamos el estilo pedagógico ignaciano para ayudar a los alumnos a convertirse en estudiantes transformados por experiencias significativas y motivadoras sobre las que se ha reflexionado y que, en consecuencia, están acompañadas de un crecimiento humano ¿De qué manera, su propuesta responde también al cambio que se está constatando en el alumnado siempre conectado?
El trabajo de formación hoy es mucho más desafiante en comparación con años anteriores. Las redes sociales y la cultura tienen efectos negativos involuntarios, como el pensamiento superficial y acrítico y la necesidad desmedida de aprobación social, van en contra de los valores que queremos promover entre nuestros estudiantes. Pero el enfoque incesante en reflexionar sobre la experiencia y decidir / actuar a partir de la propia reflexión, que se basa, por supuesto, en el discernimiento ignaciano, es un hábito valioso que esperamos poder inculcar en nuestros estudiantes a través de nuestra práctica de la pedagogía ignaciana. De hecho, el propósito más importante de la educación jesuita es la transformación de nuestros estudiantes, pero este noble objetivo se puede lograr si y solo si cada maestro en cada clase en cada una de nuestras escuelas de manera consistente y efectiva promueve estos dos rasgos definitorios de la pedagogía ignaciana: reflexión y acción.
El papa Francisco ha declarado el año 2021 como el año dedicado a la figura de san José con motivo del 150 aniversario de su proclamación como patrono de la Iglesia Universal. Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José», describe en su carta apostólica Patris Corde. Todo un acontecimiento celebrado por el teólogo Leonardo Boff por entender que san José es más bien el patrón de la Iglesia doméstica que de la Iglesia-gran institución. Él mismo ya contribuyó con su libro San José, padre de Jesús en una sociedad sin padre a conocer mejor su figura. Le dedicó esta reflexión en Sal Terrae teniendo en cuenta la Biblia, la tradición, la doctrina del magisterio y de los teólogos, la liturgia y la piedad popular.
Como ha expresado el papa Francisco, los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, fue muy escasamente, “pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fue y la misión que la Providencia le confió”. Y este libro profundiza en ese san José trabajador, esposo, padre y educador y expone de qué manera ilumina las cuestiones actuales de la familia y de la figura del padre. En el prólogo, Paulo Coelho dedica estas bonitas palabras: «Me complazco en la idea de que la mesa en la que Jesús consagró el pan y el vino habría sido hecha por José, porque allí habría quedado impresa la huella de la mano de un carpintero anónimo que se ganaba la vida con el sudor de su rostro y, precisamente por ello, permitía que los milagros se manifestaran».
A la luz de su libro San José (Sal Terrae 2011) y las palabras del papa Francisco en su declaración del año 2021 Año de San José, ¿cree que la figura de san José hay que revalorizarla?
En la Iglesia prácticamente hasta los años 800 poco se menciona a san José. Como no dejó ninguna palabra, ha tenido solamente sueños, no sabían qué hacer con él. Solamente en 1870 fue proclamado patrono de la Iglesia universal, no directamente por el Papa Pio IX, sino por un decreto de la Congregación de los Ritos. El Papa Juan XXIII era un gran devoto del santo y le confió el Concilio Vaticano II. Hizo más: introdujo “san José, esposo de María” en el canon de la Misa. La Exhortación Apostólica Patris Amore del papa Francisco y la proclamación de un año josefino le confirió más relevancia, particularmente por las siete virtudes que analizó en un sentido espiritual y pastoral. Pero hay que reconocer que la Santa Sede fue la última en ser conquistada por la devoción a san José. El pueblo siempre ha tenido una gran devoción por él, basta ver que el nombre José es dado a muchísimas personas, a escuelas, a calles etc. De hecho san José es más bien el patrón de la Iglesia doméstica que de la Iglesia-gran-institución.
Probablemente, el objetivo de su libro fuera revalorizar la figura de san José. ¿Qué ecos ha recibido a lo largo de estos años de sus lectores y creyentes?
El libro fue muy bien recibido por la comunidad de los teólogos y por la Iglesia en general. Ha sido traducido en varios idiomas. Por ejemplo el cardenal Aloisio Lorscheider al leer mi libro recibió un gran impacto y no se había dado cuenta de cuánto se podía aprender de este santo singular. Personalmente me confesó que los últimos tres retiros espirituales que predicó fueron todos a la luz de lo he expuesto en mi texto. Lo que escribí es, en verdad, un pequeño tratado de josefologia, cubriendo los aspectos bíblicos, de la tradición, de la reflexión tardía y moderna sobre él y intentando renovar la comprensión de San José, especialmente, en una línea apuntada por el Papa Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Redemptoris Custos de 15 de agosto de l989: su asunción en el misterio de la Encarnación dándole así una cierta dimensión hipostática.
¿Qué es lo que más desconocido de la figura de san José que cree más necesario destacar?
La tarea de la teología es descubrir más y más dimensiones del misterio inagotable de Dios. En el sentido de la Dei Verbum del Vaticano II, la revelación de Dios es más que dar a conocer verdades ocultas, sino significa más bien, una autocomunicación de Dios mismo, así como es. Si Dios es esencialmente trinidad de divinas Personas, todas ellas, actuando siempre juntas, cada una en su singularidad, entonces ellas se han autocomunicado en la historia de la salvación. Conocemos el Espíritu Santo que armó su tienda sobre María (Lc 1,35), el Hijo que también armó su tienda sobre Jesús (Jo 1,14) y no se hacia una reflexión sobre la autocomunicación del Padre, misterio fundamental, de toda divinidad. Cual seria la persona humana más adecuada a recibir la persona divina del Padre? Yo sostengo que san José tiene todas las características para ser la personificación del Padre. Primero por sus sueños que, según la tradición psicoanalítica, representa lo más profundo del ser humano, el inconsciente colectivo; además no dijo ninguna palabra porque quien habla no es el Padre, sino el Hijo, el Verbo eterno. Por ultimo se dice en el evangelio de San Juan que el Padre trabaja, lo que es la característica de San José, de ser un trabajador. El seria, como padre terrestre, el sujeto de la recepción de la autocomunicación del Padre celeste. Así tendríamos la entera familia divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo presente en la familia humana. Dios se ha de hecho autocomunicado enteramente al mundo teniendo una presencia personal especifica en María, en Jesús y en José. Esta es una contribución que intenté dar a la josefología, no afirmada con esta claridad en la tradición. Esto no es todavía una doctrina oficial, sino, como se dice en teología un teologúmeno, una hipótesis bien fundada, siempre bajo la apreciación de la comunidad teológica y del Magisterio.
Su libro ahonda en el silencio del esposo de María….un silencio que no le impide ser protagonista….¿qué podríamos aprender hoy en el siglo XXI de ese silencio?
El silencio de san José no es sin sentido. En nuestra interpretación es el modo en el que asume el misterio del Padre eterno, fuente y origen de toda la divinidad, lo que lo hace el sujeto adecuado para recibir el Padre en su autocomunicación. Pero tiene también un sentido espiritual y existencial. En la Iglesia oficial son los papas, los obispos y sacerdotes los que hablan. El pueblo de Dios vive, generalmente un profundo silencio. Hay un poderoso cristianismo popular, cotidiano y anónimo del que pocos se dan cuenta. Em esta situación de silencio viven gran parte de los cristianos, nuestros abuelos y abuelas, nuestros padres y los demás cristianos que toman em serio el evangelio y siguen el camino de Jesús. San José, por su silencio y anonimato, se inscribe dentro de este tipo de mundo. Es el representante de los humildes, “gente de bien”, sepultados en su cotidianeidad de cenizas, ganando su vida con el trabajo generalmente mal pagado y llevando honradamente sus familias por el camino de Jesús, del amor, de la solidaridad, de la piedad familiar. Verdaderamente san José es el patrón de esta iglesia popular, anónima de los que Jesús llamó de “mis hermanos y hermanas menores” del capítulo 25 del Evangelio de San Mateo. De este silencio podemos sacar actitudes poco presentes en este mundo, lleno de palabras, de sonidos y de todas las formas de comunicación. El ser humano necesita de silencio, primero para escuchar el otro y después, auscultar su propio corazón, su interioridad que nadie puede penetrar sino Dios mismo. En este ambiente vivió San José y el mismo Jesús por 30 años antes de iniciar el anuncio del Evangelio.
¿El hombre actual puede responder al modelo de un padre y hombre como san José ?
San José fue un esposo, un padre, un artesano y un educador que inició a su hijo Jesús en la piedad y en las tradiciones religiosas de su pueblo. Las virtudes citadas por el Papa Francisco en su Patris amore son las virtudes naturales de quien vive una vida como la vivió san José: el ser un padre amable, tierno, obediente, acogedor, de un coraje creativo, trabajador y vivir en la sombra, es decir, en el anonimato común de la mayoría de las personas. Son valores transculturales. San José lo vivió en su cultura hebraica, nosotros, en otro tiempo, damos a estas virtudes fundamentales las características de nuestra época. Cambian los tiempos, pero no cambian las actitudes fundamentales. Por eso san José puede se presentado como referencia de un padre y de una familia bien integrada. El gran poeta Paul Claudel tenia una especial admiración por el silencio de san José. En una carta de 1934 a un amigo escribió: ”El silencio es el padre de la Palabra. Allí en Nazaret hay solamente tres personas muy pobres que sencillamente se aman. Son aquellos que van a cambiar el rostro de la Tierra”.