Hacia la beatificación del padre Arrupe

La Compañía de Jesús celebra con toda la alegría la apertura del proceso de beatificación de Pedro Arrupe (Bilbao 1907- Roma 1991). El padre general Arturo Sosa ha anunciado la noticia una vez el cardenal vicario de Roma, Angelo de Donatis, ha dado el visto bueno a que la diócesis de Roma —donde falleció Arrupe— abra este proceso de beatificación. Se cumple un deseo de hace muchos años hacia el que camina la Iglesia y el propio Arturo Sosa pide rezar por ello: “Para nosotros es una figura de gran importancia y queremos resaltar a una persona que vivió la santidad de una manera tan profunda y tan original en toda su vida: como joven, como jesuita, como maestro de novicios, como provincial y como general”, dijo hace unos días a los jesuitas.

La causa abierta no tiene en cuenta su gobierno sino a toda la persona que supo identificarse con el Señor a lo largo de su vida. Y el deseo compartido es el de ser capaces de encontrar «con el Señor la figura tan bella de lo que fue la vida de santidad del Padre Arrupe”, decía Sosa. Y pidió recuperar todo aquello que pueda ayudar con bien a cumplir con la causa. Recuperar personas que directa o indirectamente puedan dar testimonio de lo que fue su vida. Y pidió colaboración para lograr la demostración de la devoción real por el Padre Arrupe.

Arrupe reflejó al Cristo que habitaba dentro y que lo colmó de una humanidad profunda hasta su último día. La vida de Arrupe iluminó entonces e ilumina ahora. Irradió a quienes vivieron a su alrededor y fueron iluminados por su cercanía transparente, por su belleza interior y su libertad certera. La vida que renovó a la Compañía de Jesús desde la espiritualidad ignaciana al servicio de una fe fortalecida y una justicia aterrizada. Y también las vidas inspiradas por su herencia universal: sus libros, cartas, testimonios y escritos que reflejan su vivacidad, directa y profunda, y que siempre llegan al corazón.

“Me siento, hoy más que nunca, en las manos del Señor. Toda mi vida, desde mi juventud, he deseado estar en las manos del Señor. Y todavía hoy es lo único que deseo. Pero ciertamente hoy hay una gran diferencia: hoy es el Señor mismo el que tiene toda la iniciativa. Os aseguro que saberme y sentirme totalmente en sus manos es una experiencia muy profunda”.

(Renuncia de Arrupe el 3 de octubre de 1983 en la Congregación General 33) 

El Grupo de Comunicación Loyola atesora una parte importante de la obra de Pedro Arrupe y ha publicado diversos títulos cuyo protagonista es el Padre General que transformó el ritmo de la Compañía de Jesús. Dedicado a este hombre tan querido Ángel A. Pérez Gómez, SJ publicó La sonrisa de Arrupe. Una biografía en imágenes que narra en imágenes tiernas y únicas su valiosa biografía. Su memoria escrita sigue vigente hoy. José Antonio García sj publicó bajo el título Pasión por Cristo, pasión por la humanidad de Mensajero, un compendio de 14 intervenciones suyas sobre la vida religiosa, reflejo de la autenticidad de su vocación religiosa.

El fondo de ambos sellos lo conforman libros suyos que mantienen encendida la llama de su experiencia vital: Yo viví la bomba atómica, el legado más difundido desde estas editoriales; Memorias del P Arrupe. Este Japón increíble; y Aquí me tienes, señor. Apuntes de sus ejercicios espirituales (1965). Suman al catálogo documentos que rebosan la espiritualidad ignaciana que redescubrió, como el recientemente publicado en la colección Manresa: Pedro Arrupe, carisma ignaciano, de Darío Mollá sj o Orar con el Padre Arrupe de José Antonio García. Sus cartas iluminadoras y proféticas y documentos dedicados a sus hermanos jesuitas como son La identidad del jesuita en nuestros tiempos (Sal Terrae), una presentación de Miguel Mendizábal de textos de Arrupe, y La iglesia hoy y del futuro (con el prólogo del cardenal Tarancón).

La figura de Arrupe se impuso por su santidad activa, comprometida con los pobres y al servicio de la fe y de la justicia. Y diversos autores han querido inmortalizarla escribiendo su biografía y la semblanza de su sonrisa cautivadora y su presencia transparente: Pedro Miguel Lamet con Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del XXI o Martin Maier con Testigo y profeta.

Cada libro trata de contener la esencia de Arrupe: su entrega radical al amor de Dios:

«Es el secreto del maravilloso amor trinitario, que irrumpe cuando quiere en la vida de cada uno de una manera inesperada, inexpresable, irracional, irresistible, pero a la vez maravillosa y decisiva».

Un retrato secreto de Jesús

Imagina que te envían a un lugar muy alejado de tu espacio habitual. Un sitio desconocido para ti. Llegas con tu historia personal y familiar. Con tus aspiraciones, costumbres y manías. Con tus ideas sobre el mundo y sobre el futuro.

Llegas bastante escéptico. Incómodo. Todos son choques. Olores, sabores, sonidos… Todo resulta extraño. Y de cada choque, sale una comparación con todo aquello que tenías allí donde comenzó tu vida. En realidad llegas con el peso del orgullo. Todo lo vivido parece mejor. Tú eres mejor que este nuevo lugar. Mejor que estas nuevas personas. «Date prisa, haz lo que he venido a hacer y así podrás volver antes a casa».

¿Te lo has imaginado? Pues ahora podrás entender la actitud con la que nuestro personaje llega al lugar más alejado y extraño que jamás había pisado. Suetonio, es quien lleva las riendas de El retrato secreto de Jesús de Nazaret. Un magistrado romano acomodado cuyas actividades diarias seguramente se repartían entre pasear, acudir a grandes banquetes, conversar con amigos y parientes… y escribir. Una comodidad de vida en pago por ser gran amigo, confidente y cortesano de Tiberio, el Emperador.

En esas estaba Suetonio cuando recibe una importante misión imperial: viajar a Palestina –en la otra punta del Imperio- para investigar la inestabilidad de la zona. Y para allá que va el tribuno romano, pensando que todo se debía a las revueltas de los nacionalistas zelotes y a la insuficiente gestión política del prefecto Poncio Pilato. Nada pudo evitar que el orgulloso magistrado se topara en sus investigaciones con alguien que lo iba a cambiar todo.

La Palestina que nos recrea Pedro Miguel Lamet en su novela, es la tierra donde meses antes predicaba Jesús de Nazaret. Predicaba, en pasado. Tras su muerte, ahora lo hacen otros en su nombre. Hombres y mujeres de todas partes y condición que hablan de un reino nuevo y eterno. De una nueva relación con Dios, de un amor fraterno, de una vida humilde y entregada a los demás. Este mensaje sí que puede hacer peligrar muchos intereses…

La investigación de Suetonio es eficaz y pronto da con muchos seguidores, amigos y familiares de este Jesús: Zaqueo, Pedro, María de Magdala, Andrés, Lázaro, María la madre de Jesús… Cada personaje traído por Lamet, nos ofrece un enfoque diferente de la vida del Jesús histórico. Su intrahistoria recreada pero escrupulosamente respetuosa con los evangelios. Cada uno lo hace desde su experiencia personal. Con delicadeza, los recuerdos, palabras y transformaciones interiores se entretejen en los informes confidenciales para el emperador Tiberio, hasta reconstruir el retrato más secreto de un Jesús al que Suetonio nunca llegó a conocer.

Y entre interrogatorios, confesiones y conversaciones, Suetonio siente que aquél retrato le mira profundamente. En su corazón algo empieza a cambiar para siempre. Aquél sitio y aquellas gentes se vuelven más cercanas. Lo extraño se vuelve propio.

El retrato secreto de Jesús de Nazaret es más que una gran novela. Es una oportunidad de vida para personajes reales que parecían dormidos, y otros ficticios que esperaban abrir nuevas ventanas a la imaginación. Es también un viaje en el tiempo y por espacios pasados. Y es sobre todo, es una forma de encuentro sin haber visto. Un retrato de Jesús, pero también de la fe que transmite a quienes se encuentran con él.

QUIERO LEER EL LIBRO »